Al día
siguiente, madrugué y me
presenté en el Reformatorio para colocarme en una de las filas de espera con el jarrito y el plato de
presidiario con la intención de tomar el desayuno con ellos; cuando me llegó el turno, el
funcionario lmedio un panecillo y le llenó el jarrito de aluminio de una
especie de líquido viscoso, que él desconocía; se dirigió a las mesas del
comedor, donde encontró un asiento libre; antes de probar, ya senti asco, pues
tenía un aspecto feo, como tirando a mocos; mojó un trozo de pan en el jarrito
y, al notar el tacto de “aquello” sobre la lengua, sm levanté marché sin decir
palabra en busca del servicio más cercano y con lágrimas en los ojos de
impotencia y vergüenza devolvií, no el desayuno, sino el desayuno, la comida y cena del día anterior.
Los chicos ,
y también los funcionarios, fueron testigos directos de aquel mi ruidoso y
vergonzoso espectáculo; era
simplemente tapioca o yuca molida y cocid; u8n alimento nutritivo.
Todos se
tomaban aquel desayuno con naturalidad y satisfacción; lo que a mí parecían
mocos, era yuca molida y licuada, aprendí más tarde.
Todo fue
cuestión de ignorancia por mi parte.
Ignorancia con una gran dosis de imprudencia.
Quise ir de
“curita modelo” y terminé haciendo
el ridículo.
Intenté dar
un ejemplo de humildad, y resultó
ser un “humillante farol”; ¡ nos suele ocurrir más de una vez, cuando intentamos llegar más allá de nuestras capacidades y experiencias.
Me recuperé
de mis ascos injustificados; el propio Director de la Prisión se interesó por
mi y me ofreció un café delicioso, y me dirigí al pabellón con mis chavales.
Al entrar
estaban muy calladitos y vigilados por el equipo de funcionarios de la prisión.
Al verme,
recibí uno de los aplausos más grandes de toda mi vida.
Sentí vergüenza, pero al mismo tiempo
comprendí que aquellos “delincuentes” quizá no lo eran tanto; allí estaban por
algo, pero en su corazón quedaba todavía
mucha nobleza y capacidad de comprensión.
Salieron los
vigilantes y antes de empezar yo, fueron ellos los
que dijeron cosas, cuyas expresiones me reservo por delicadeza:
( continuará)
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