Las calles de París
se han teñido de sangre,
como en los peores tiempos
de un pasado perverso;
ha llenado de lágrimas
sus ojos y suelo.
Me duele Europa,
me duele su gente,
me duele su alma,
me duele su cuerpo;
me duele su tierra
y me duele su cielo.
Sus estrellas hoy brillan
con el fuego intenso,
de sus jóvenes blancos
y sus jóvenes negros,
no importa el color,
nos importan los muertos.
Se ha eclipsado la luna
en las calles desiertas;
la ciudad de la luz
se apagó de repente;
se oyeron disparos,
se rompieron sus puentes.
Por todos los caminos
de nuestro Planeta,
se eclipsó la paz;
la libertad se ahogó,
no existe la igualdad
sin fraternidad.
He llorado en silencio
por los mahometanos:
no se puede matar
en el nombre de Alá,
en el nombre de Él
solo se puede amar.
He llorado en silencio
por todos los cristianos,
creyentes y ateos;
pues en vez de gloria,
empaparon en sangre
nuestra ya larga historia.
Gobernantes y reyes,
poderos y fuertes:
no hagáis la guerra,
porque es vuestra muerte;
mataréis con vosotros
también a los débiles.
Me duele la historia
que se escribe con sangre,
me duele el progreso
que se hunde en el hambre;
me duelen los niños,
sus padres y madres.
Se tiñeron los cielos
con el sufrimiento;
los ríos del mundo
sintieron vergüenza
y gritaron a un tiempo:
…no queremos guerras
sino entendimiento.
Dialogad,
gobernantes,
enderezad entuertos,
sed fieles, sed sinceros;
os lo piden los pueblos,
los profetas de hoy
y de todos los tiempos.
Bajo todas
las pieles
de los seres humano,
es la misma sangre,
somos todos hermano,
hijos del mismo Padre´
y de la Tierra madre…
14 de Noviembre de 2015.
Pedrojtortosa35@gmail.com