"Me dolía, y me sigue doliendo, su suerte, ... después de 45 años".
Nos impresionaba mucho constatar la muerte de
tantos niños que morían con pocos
días, meses, primeros años de nacidos.
La situación sanitaria, poca, incluso inadecuada, en muchas zonas.
La realidad laboral de las madres provocaba a
veces situaciones que duele recordar:
“en las mañanas, temprano, a la hora de
incorporarse al trabajo de recogida de caña de azúcar o algodón en alguna
hacienda cercana, la mamá debía pasar por una especie de quiosco con el fin de
precaverse de la porción suficiente de hojas de coca para su ración diaria con
la que adormecía su estómago y paliar su apetito de comida, y una jarrita de
pisco, anís, chicha morada, que parte era colocada en el biberón, pipeta del bebé que portaba bajo el poncho de su
espalda; y lo enchufaba al crío para que no llorase ni estorbara su necesario
rendimiento en el trabajo",
Un “bebé borracho”que durmiendo aumentaba la
ganancia y capital del buen hacendado, y minaba la psicología sufriente de unas
mamás “indias” que, por serlo, no dejaban de sufrir y llorar, como madres, la
mala suerte de sus bebés.
También minaban nuestra FE y nuestra resistencia física y moral.
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