viernes, 23 de marzo de 2012

"VIAJES A NUESTRO INTERIOR", 6


NOTA:
La parábola del "hijo pródigo" se repite
cada vez que el amor, distraído, vuelve.
 
Mal y bien de amores.

En el cofre secreto de mi alma
tengo alojado un recuerdo sublime;
no son sombras, ni celos, ni son penas;
un rescoldo que luce noche y día,
me distrae en el trabajo y el dormir;
ni cuando me divierto tengo calma;
los hilos de mi vida, imposibles,
se cruzan cortándome las venas;
han amarrado hasta mi valentía,
mis lagrimas. mi canción mi reír.

Desde esas profundidades mías,
he mirado por la rejilla abierta
de tu amistad conmigo olvidada,
sin importarte que sigo esperando,
como el padre aquel del hijo pródigo;
servirte manjares y las ambrosías,
tirar a la basura tu maleta,
reponer tus vestiduras tan ajadas,
tenerte entre mis brazos, apretando
por el tiempo que no fuiste conmigo.

Pondré sobre tu mano los anillos,
recuperando todos tus derechos,
sin oír los reproches envidiosos,,
molestos, por tu arrepentimiento
y mi perdón borrando tu pecado;;
celebraremos un banquete unidos
con todos los amigos satisfechos,
contentos, felices y dichosos
de disfrutar los buenos alimentos
de la amistad y amor recuperado:

Todos los llantos de nuestro pasado,
de tanto otear los ojos secos,
la torre y tu regreso vigilando.
No llores más, amor mío, te quiero
con tus defectos y limitaciones;
estaré contigo, te he jurado,
con caricias, abrazos y los besos;
siempre contigo estaré esperando
gastar nuestra vida en un requiebro
de amor eterno en nuestros corazones. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario