Aviso de navegantes:
Os presento a mi amigo del alma FILOS; él quiere contarnos la lucha
que tuvo que que mantener consigo mismo ante la decisión personal de
entregarse por entero a la consagración de su vida y dedicación total y
por entero a los demás; Filos es tan real como nosotros; él habla desde
su interior; como él, miles de seres humanos mantienen luchas más o menos semejantes.
Filos entendió desde joven, cuando comenzó a tener contacto directo y relación con religiosos/as, pudo comprobar que los de régimen regular, sujetos, (según las Reglas de cada Orden o Congregación), a vivir
obligados a unos votos:
-
Pobreza,
por el que se renuncia a disponer de bien alguno,
ya que todo pertenece a la comunidad de
religiosos/as.
-
Castidad,
por el que se renuncia a toda relación amorosa/sexual y por ello a la
virginidad perfecta;
-
Obediencia:
por la que el religioso/a debe obedecer siempre, aunque lo que le manden no
cuadre con sus gustos, apetencias y razones.
Ha querido
poner estas notas aclaratorias, por que al ser él Sacerdote en régimen secular,
no está por ello sujeto a voto alguno.
Sin embargo, él deseaba llevar en su vida
el espíritu de los expresados votos, por creer que ellos contenían la esencia
de una vida llevada según el Evangelio.
Pero pronto descubrió que algo fallaba.
Los caminos de la Santidad inspirada en la Palabra Sagrada y en la Santa
Tradición, no podían ser exactamente los contenidos en tales votos, porque:
- Queriendo
él ser POBRE según Cristo,
¿como es
posible que los religiosos/as de régimen regular, vivan como las gentes adineradas,
ya que disfrutan sin ningún tipo de restricciones, con toda la vida resuelta? ¡
Jesucristo no vivió así ¡ SEGURO.
El resolvió
el enigma traduciendo “dicho voto de pobreza” en un Voto de GENEROSIDAD: todo lo que pueda poseer debe estar “cumpliendo una función
social y comunitaria al servicio de todos, comenzando por los más necesitados”
según una Encíclica del “Papa bueno” que quería un nuevo Pentecostés para la
iglesia actual. Y así lo deseaba en la vida misionera que iniciaba.
-Queriendo
él ser CASTO según Cristo Jesús, se decía a si mismo, al ver lo que conocía en la práctica vida de muchos
religiosos/as y clero en general, ¿ por qué dicen y hacen tantas cosas que son
contrarias a lo que por sus votos
deberían practicar y vivir con alegría? él estaba convencido de que el
“Papa Bueno” que había notado el tufo pestilente que ya se respiraba con asco en la Iglesia y deseaba “aire
fresco” y nuevo, tenía mucho que ver con tanta bajera
lujuria de tantos altos cargos eclesiásticos que a lo largo
de la historia habían escupido el rostro
de Jesucristo cuando con su tibieza e hipocresía entre “votos de
castidad perfecta mal observada y leyes trasnochadas de un celibato
eclesiástico peor cumplido”, se había alejado del Verdadero camino
de la santidad que el Evangelio
enseña.
Filos no se
creía ser un santo, pero estaba convencido de querer serlo, y sus modelos sí eran santos; él los admiraba y
anhelaba ser como ellos por haber
vivido el amor casto: Abraham y Sara, José y María, Joaquín y Ana, Zacarías e
Isabel, los Apóstoles, Isidro y María y tantos otros hombres y mujeres que fueron
santos en su vida conyugal, y así podemos seguir y no terminar de contemplar
santos por la castidad: Inés,
Lucía, Águeda, Cecilia, Luís, Justo y Pastor, Bernardét, María Goretti,
Josefina, Pilina, etc. etc. etc.
Todos demuestran que la Castidad y la pureza
son la joya más preciada y preciosa de la Comunidad Eclesial.
Todos los
seres castos llevan una corona de AMOR, ya sea
viviendo perpetuamente la virginidad por AMOR a Dios, ya sea por haber invertido su virginidad en aras
de AMOR compartido castamente con la esposa/o en la divina tarea de la creación
de nuevos hijos/as de Dios. Ambas formas son santas.
-El quería
ser OBEDIENTE hasta la muerte; pero no a la manera de esa obediencia ciega que
en algunos casos ha llegado a traducirse de forma que:
“aunque tu
veas que una cosa es blanca, si tu superior dice que es negra, debes obedecer y
decir que tal cosa es negra” .
Había
visto con frecuencia cómo se descarga la ira y venganza de
los “superiores sobre sus inferiores”,a veces falta hasta el mínimo sentido
humanitario de al simple relación
elemental.
La
obediencia puede estar relacionada con la santidad: Jesucristo obedeció cuando
le ordenaron que extendiera sus brazos para ser crucificado, los mártires
obedecieron mientras eran sacrificados de tan diversas formas, dando sus vidas
por amar a Dios por encima de todo otro bien, incluida su propia vida.
En relación
con el respeto a la libertad de la que todo ser humano está dotado, y sin
libertad no hay responsabilidades ni, por supuesto, mérito.
En vez de
obediencias “ciegas” el mundo necesita más comprensiones “abiertas”; ya nadie
debe dar órdenes que no sean previamente comprendidas, ni nadie puede obedecer
órdenes que no comprende. Lo contrario es atropello y actos necios que acaban
en holocaustos, checas, exterminios
y martirios de seres inocentes; hechos todos ellos se refugian en las masas
humanas que hicieron lo que sus “jefes ordenaron”.
La dignidad
de todo ser humano pasa siempre por
la
libertad de
pensar, hablar y hacer.
Con ello no
se agotan las aclaraciones que merece la vida de un
ser humano consagrado a dar a sus semejantes ayuda personal e iluminar su camino.
La respuesta
está en una vida entregada a todos con
GENEROSIDAD,
AMOR Y COMPRENSION.
Un
camino de piedras convertidas en SANTIDAD.
La vida
ascética es como una operación hecha en carne viva, y sin anestesia. Una vez
que finaliza la intervención quirúrgica, si todo sale bien, viene el consuelo
de la salud recobrada y mejorada.
De parecida
manera sucede en la vida espiritual: después del esfuerzo, fatigas, trabajos
mil, contradicciones, malos entendidos y zozobras interiores, soledades, días
convertidos en noches oscuras, y noches sin dormir por las preocupaciones que da la
vida interior y exterior, llegan las
felices y gratificantes
mieles de la contemplación amorosa de la mística: “verLE cara a cara, TAL CUAL
ES”.
Estas
consideraciones, que van surgiendo a lo largo de esta historia personal, se justifican
porque son efusiones reales de una existencia vivida en la frontera misma de lo
divino y lo humano que late en
cada uno de nosotros. La diferencia entre unos y otros está en la más o menos
intensidad con que cada uno las percibimos.
Durante mucho tiempo, años incluso,
esas experiencias vividas permanecen dormidas;
pero cuando se despiertan, se agigantan en nuestros recuerdos, las revivimos y
sirven para dar nuevos impulsos a nuestra, a veces amodorrada, existencia.
Vivencias preñadas de alegría, que, cada uno en sus circunstancias personales, debe mimar como si fuera
un bebé en etapa de crecimiento para nuestra
propia recuperación; con frecuencia la MEMORIA de algunas personas,
principalmente mayores, traicionan a su dueños al tomar matices de AÑORANZAS
llenas de LÁGRIMAS.
Filos al
querer contaros su humilde, aunque muy hermosa vida, desea, por encima de todo
otro interés, sea como
una gota de agua y espíritu para el que se
atreva a leer estas modestas y sinceras líneas.
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