miércoles, 7 de marzo de 2012

BUSCANDO EL SENTIDO DE LA MUERTE



 Toda la superficie del Planeta Tierra que habitamos está preñada de vida; con la
colaboración del agua (Hidrógeno, Oxigeno y diversos minerales) y  de la luz, los 
millones de millones de gérmenes brotan por doquier y pueblan de verde toda la
piel  de esta bola azul, blanca y gris, desde las más altas cumbres hasta la última 
oquedad  del más profundo océano; a pesar del frío y el calor, de mares, desiertos
 y montañas;  contra todo pronóstico, adversidad, asperezas y circunstancias
 condicionantes, la  vida se abre paso pujante e imparable en todos los recovecos
 de esta esfera celeste que  todos tenemos por casa, campo y refugio; la vida nos
 invade, nos penetra, nos alegra  y nos trasciende.

El aroma y colorido de las plantas y flores perfuman a borbotones la atmósfera;
 los  peces, mamíferos y aves pululan por doquier; los insectos, crustáceos  y los
 suaves y diminutos invertebrados abigarran los espacios visibles e invisibles; los
 lamentos y las sonrisas de los seres humanos lloran y sonríen hambrientos de
 vida y felices al gozar de  ella; es hermoso parafrasear el ansia de paternidad del
indio Jerónimo y el grito de maternidad de María de Nazarét: “fiat voluntas tua,
hágase en mi según tu Palabra”.
En todos los seres vivos, plantas, animales, racionales e irracionales.,hay un deseo
 y ganas incontrolables de vivir.

Sin embargo , por encima de esas ganas de vivir eternamente que nos caracteriza
de forma conscientes e imperiosa hasta convertirnos en defensores por instinto de
 la vida incluso matando sin delito por conseguirlo, somos igualmente conscientes
 del hecho insoslayable de nuestra propia muerte; de ninguna otra cosa podemos,
 en el acontecer  de nuestra existencia, estar más seguros; la idea de la muerte
convive con nosotros.
Mueren las plantas y los animales, se rompen la piedras, y el cuerpo humano se
torna  en polvo y ceniza, cuando muere; como una flor es la vida del hombre
sobre la tierra,  que hoy es y al instante se marchita.

¿¡ Qué sentido y valor tiene la vida!? ¿¡ Qué sentido y valor tiene la muerte!?

Cuando nacemos, sin nosotros quererlo ni saberlo, nacemos para un tiempo i
mpreciso y limitado; cuando morimos lo sabemos y no lo queremos, porque
pensamos que tanto el trabajo como el dolor y la muerte no sirve para nada
creemos que son simplemente uncastigos por nuestras maldades; sin embargo,
con el dolor y la angustia de la muerte, mitigada tal vez por un sedante medicinal
o  adormecidos por un estado de coma, surge involuntariamente en nosotros la
misma ansia congénita de sobrevivir a ese trance quehemos experimentado
durante todo el trayecto de nuestra vida consciente.

El trabajo, el sufrimiento en esta vida terrena son además de castigo elementos
dignos de redención y purificación corredentora si los unimos a los dolores y
muerte de Cristo Redentor de pecados y miserias humanas de carácter universal;
son como un octavo y saludable Sacramento, vehículo de gracia y vida divina
en nuestra santificación.

¿Hemos nacido sólo para morir?

Si ello fuera así, nosotros seríamos los más desgraciados de los hombres y
mujeres.

“Si Cristo no ha resucitado, vana sería nuestra Fe”.
“Pero, sí; Cristo ha resucitado y es la esperanza eterna de los que creen el Él.”

¿Existe en nuestro vivir temporal la semilla espiritual de la eternidad vital?

Sí. Rotundamente SÍ. Científicamente cierto, si nos basamos en la estadística.
¡es el clamor trascendente de miles de millones de seres humanos a través de
miles de  millones de años! El cálculo de probabilidad da un resultado positivo
aplastante para cualquier científico que se precie, el valor negativo residual, lo
cubre y salva la Fe. 

¿¡Cabe el beneficio de la duda!?

Así lo entendió Pascal y lo ha entendido multitud de personas del sector
científico:

¡Puede que sea una quimera, producida por la angustia o la imaginación
humana!?

Después de muerto, sobran todas la explicaciones para el que vivió y murió
creyendo en la realidad eterna, o vivió y murió en la incredulidad y negación
de tal posibilidad.

Yo prefiero albergar y cultivar la Fe en la eternidad,  ¡POR SI ACASO!”

Interesante y sorprendente solución, para el caso de los titubeantes y dudosos
hombres
del racionalismo reinante que le escuchaba y de los racionalistas de hoy.     

Se cuenta una anécdota curiosa:

Un día el demonio se dirigió a Dios para reprocharle la dureza con que
trataba a los seres  humanos:

Le dijo:
“¿por qué eres tan cruel con tus hijos, condenándoles a morir ? así es muy
difícil, imposible,  ser feliz; ¡estar toda la vida pensando en la muerte!”

El creador le respondió:
“Eso no es cierto; les he dotado de algo que les impide pensar en la muerte
mientras viven”.

Reclamó intrigado el demonio:
 “¿Cuál es el  antídoto para que no les amargue la existencia al estar siempre
pensando  en   el hecho cierto de la muerte?”

y Dios dijo al demonio:
“¡Les he dejado el antídoto del hambre! así apenas se acuerdan de que, ahora
o luego, aquí y allí, tienen que morir.”

Que cada uno se explique el cuento a su manera.

Cuando uno echa un vistazo al conjunto de los seres humanos, de toda
condición, se cerciora la inconsciencia, la ligereza, el pasotismo, con que
todos viven, trabajan, se afanan asiduos tras el mendrugo, el banquete, los
millones, el domino y el ruin poder político,  religioso, social  y económico
en los inquietudes terrenales de cada día.

Hay un hambre incontrolado de los individuos y los grupos humanos ante
la simple idea  de poseer más y más cosas materiales hasta no tener límite.

Ese hambre generalizado, embota la inteligencia y enturbia y contamina la
razón, hasta el  olvido de morir; hay gente tan obsesionada y condicionada
por la brega continua de  enriquecimiento y poder, que se olvida de vivir
simplemente y de morir dignamente.

¡ Qué raro aparece, ante el común pensar, aquellas conductas humanas que,
voluntaria y gozosamente, se han apartado del común de los mortales!

01- “Ora et labora = haz oración mientras trabajas”
02- “¡Que morir tenemos, hermano!; ¡hermano, ya lo sabemos!”
03- “Vivo sin vivir en mi;
        y tan alta vida espero,
        que muero porque no muero”
04- “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”
05-  “yo ya no vivo, es Cristo el que vive en mi”
06-  “Al final de la jornada, el que se salva, vale; y el que no, no vale nale”
07-  “Para los santos, la vida es una carga, y la muerte una ganancia”
08-  “El que no aprende a vivir, no puede saber morir”
09-  “El morir es tan natural como el vivir”
10-  “Morir bien, es vivir en paz”
11-  “La vida continúa”
12-  “Tu eres mi vida y mi muerte”
13-  “Prefiero morir de pie con libertad, que vivir de rodillas, esclavizado”
14-  “Soy el novio de la muerte”
15-  “que las campanas me doblen,
         si te falto alguna vez,
         y se me paren las venas,
         si te dejo de querer”         
16- “deseo vivir como Tú, para resucitar contigo”
17- “nuestro vivir es Cristo, y este muerto en la Cruz y Resucitado”
18- “por amor a Cristo, los cristianos mueren cantando en el martirio”
19- “Dichosos los que viven y mueren en el Señor”
20- “La Fe rompe las fronteras de la muerte”
21- “No temáis a los que sólo pueden matar el cuerpo”
22- “gloriosa es la muerte de los Justos”

Para el hombre y la mujer de la calle, que vive obsesionado por el pan y
los trapos, libros y zapatos de su hijos/as, de la atención digna de sus
familiares enfermos y los ancianos; para todos/as aquello/as, que viven
en conventos y monasterios, y los que viven en cualquier casa o piso del
campo o la ciudad, en una chabola o bajo un puente,  en un basurero o un
palacio, el mensaje es lo mismo para todos:

“venid , benditos de mi Padre a gozar de la vida eterna, porque tuve
hambre, estaba en la cárcel o enfermo, descalzo, desnudo, porque me
disteis de comer, vinisteis a verme, me distéis calzado y me vestisteis”
y estos preguntarán:
“¿cuando sucedió tal cosa, Señor?”

El Resucitado, muerto en la Cruz por todos, aclarará:
“Cuando lo hicisteis con uno de los necesitados de este mundo, conmigo
 lo hacíais”
Inconmensurable razón para esclarecer el valor de obrar el bien a diestra
y siniestra a nuestro alrededor,  damos sentido a la vida, mientras vivimos
en el tiempo, con Fe, Esperanza y Amor; para optar a la entrada, aunque
sea por la senda y puerta  estrecha de la Eternidad y ver a El tal cual es,
“cara a cara”,ya que aquí sólo le casi  vemos como en un espejo, tan
confusamente; “POR SI ACASO”, hay que evitar, desde la situación de
cada uno, tener que oír las terribles palabras, que, sólo pensarlo,  produce
escalofrío existencial:

“apartaos de mi, malditos, porque cerrasteis las entrañas a los que
necesitaban pan, agua, consuelo, vestido o calzado y, mirando para otro
lado, nada hicisteis por ellos, sabiendo que al no hacerlo por ellos, dejasteis
de hacerlo conmigo, por lo que jamás veréis mi Rostro Eterno y viviréis
en tinieblas.”   

El rico Epulón del Evangelio gritaba desde su condenación:

“¡Padre Abraham, envía a uno de los muertos para que avise a mi familia
y hermanos que aún viven, para que obren bien y se salven y no caigan en
este terrible lugar !”.

Abraham le dijo:
¡Ya tienen a los Profetas; que los oigan, respeten y obedezcan.”

¡¡¡Que ganas de gritar a los cuatro vientos y hasta los últimos confines
de la tierra!!!:

Personas todas humanas,
-       tan inteligentes y sabias;  tontas e ignorantes,
-       tan adelantadas y cultas;  atrasadas e incultas,
      -    tan capaces y poderosas; inútiles e impotentes,
los que pretendéis:
-       tocar el cielo con las manos; o pasar de todo,
-       escudriñar en los misterios del útero terrestre,
-       y el vientre del mar; o pasar de todo,
-       otear en los confines del cosmos; o morir de desconfianza,
y lo que es peor:
     -     expulsar a Dios de la mesa de vuestros estudios y descubrimientos,
     -     ignorar que El ha sido el Creador de todo cuanto existe y pueda
existir, 
     -     ordenador de la energía expansiva y los consecuentes átomos,
     -     sostenedor de todo el peso del universo sincronizado y cronometrado,
     -     animador de toda clase de vida,
     -     controlador absoluto de toda posible evolución.

La Fe en Él es un don gratuito, que podemos aceptar o rechazar, por ser libres.
Hemos nacido para ser felices, aunque vivamos con limitaciones y dificultades.
El sentido de la vida radica en el buen hacer con responsabilidad y amor.
El sentido de la muerte radica en la aceptación de nuestros límites temporales.

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