miércoles, 28 de marzo de 2012

Fragmentos de "TODA UNA VIDA"

VISITA DE UN SENADOR

A finales de septiembre de 1964, estaba sentado en el despacho parroquial de Lurín; ví por la ventana como un hermoso coche se detenía en la calle.

Un caballero se apeó de él, acompañado de dos jóvenes, chica y chico, se acercó hacia la puerta de nuestra casa parroquial y salí en seguida a recibirles antes de que tocasen la puerta; les saludé y pregunté qué`deseaban.

“Soy Fernando Noriega Cálmet, Senador por Lima.

Deseo hablar con el Párroco y Vicario Decano de Lurín.”

Le di la bienvenida, indicándole que el Párroco, aparte de Vicario Decano
del Vicariato misoonal, era yo.

No podía imaginar qué  podría querer un Senador Nacional denosotros.

Él debió notar mis excitados nervios, y añadió:

“he venido a verle por encargo del Señor Nuncio en nuestro país, Monseñor Carboni.

Lo que quiero es oír de sus labios cuales son las más importantes necesidades pastorales con que tropiezan en esta zona del Departamento
de Lima; y haremos lo que esté a nuestro alcance para atenderles”.

Reconozco mi asombro.

Recordé las palabras del Nuncio, ( aún conservo la carta recibida días antes del propio Nuncio del Papa en Perú) y mis temores se transformaron en gran alegría y fortaleza.

Era mi momento oportuno de exponer a un Senador de la Patria peruana lo que necesitaban sus paisanos; porque, siendo él de Piura, el Dartamento de Lima y territorio departamental, tenían un valedor, que era el Senador Noriega con quien yo estaba hablando.

Le hice conocedor de:
 "-      nuestros proyectos pastorales como encargos del Emmo. Cardenal Landázuri;

-        la gran pobreza en que  vivían  muchos  de los ciudadanos que habitaban la inmensa zona del Vicariato que yo regía;

-        la necesidad de una mejora en la elemental infraestructura para     la educación de tanto niños, niñas y jóvenes de un territorio amplio y muy olvidado en los planes nacionales de desarrollo humano y social; quizás por estar tan cerca de la Capital; somos un barrio más;

- el futuro de esta realidad era inminente, pues la concentración humana se   iba acelerando a un ritmo superior a la previsión y diversos programas       gubernamentales, de las que yo conocía;

- que su papel de Senador era fundamental en los años próximos para esta zona del sur de Lima, y no debería mirar hacia otro lado una persona con tanto prestigio, inteligencia,  amplia visión política y valía personal como él;

-        que el ser amigo tan apreciado del Nuncio, le honraba muy mucho y me ofrecía el alivio y tranquilidad de futuro inmediato y lejano para el bien de tanta gente como ocupaba nuestro celo y preocupaciones apostólicas."

Cuando terminé mis argumentos y razones para ser merecedores de su atención, Don Fernando Noriega me dijo:

“Padre, Monseñor Carboni se ha quedado corto; le rogué que me explicase de qué se trataba, y me dijo que ya usted me diría  lo que yo necesitaba saber; es un hombre de Dios, capaz de conseguir cuanto ud. quiera. 

Venía pensando que ustedes necesitaban un apoyo personal y atención sacerdotal, y no me ha dicho ni una palabra de sus penurias: 

Usted me ha hablado de los problemas de la gente, y nada para ustedes. 

Le aseguro que algún día recuerde lo que quiero decirle:

Esta zona será un orgullo para sus gentes, para Lima, para el país entero, y ¿cómo no? para Ud. y para mi.”

Nos dimos gracias mutuamente y nos despedimos con un apretado abrazo; esperamos a que el tiempo y la historia  nos de la razón.





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