martes, 27 de marzo de 2012

"CON LOS OJOS DEL ALMA"

 UNA CHABOLA  en el Valle sagrado de Lurín.

Otro día nos visitó un obrero de la agricultura, para llamar a
un Sacerdote que fuera a su casa y atender a su padre que se
encontraba muy enfermo.

El hombre había venido andando; compró unas medicinas, 
montó conmigo en la moto y nos dirigimos al lugar donde se 
encontraba su enfermo padre; llegamos a una encrucijada en
que la moto no podía pasar y, dejando el vehículo escondido
en un matorral, nos dirigimos andando hasta una chabola, en
la ribera del río Lurín, allí encontré un doliente ser humano 
que al verme entrar pronunció unas débiles palabras que
apenas pude oír, pero que se clavaron en mi cerebro y cuya 
huella sigue viva:

“gracias, padre bueno, creía que iba a morir sin la ayuda de
un padrecito, cuando llegue al cielo, voy a pedir a nuestro
Señor Jesús le pague con creces su visita a este pobre viejo 
que está a punto de morir”.

Yo no tuve la fuerza suficiente y rompí a llorar y me abracé
al anciano como si fuera mi padre.

Le confesé, le administré la Unción de enfermos y el Viático;
no cesaba de repetir la palabra “gracias”; así, cada vez más
débil, hasta que el cuerpo quedó allí abandonado por su alma
que voló cabe Dios.

Era una chabola de sola una estancia; no vi a nadie aparte de 
él y su hijo. 

No había ni una manta, ni una almohada, ni una silla, ni una
simple tela que cubriera aquel demacrado cuerpo humano 
sobre el puro suelo de tierra y paja. 

Un ser humano cuya aureola de fe y amor divino me dio una 
lección de humildad, de cariño y amor sublime del más santo 
de los santos.

Sobre aquella chocita mísera brilló aquel día la luz
celestial de la Gloria eterna de nuestro Padre Dios.

La que gozan todas las almas que han vivido en el suelo de 
este Planeta azul y en cualquier otro donde su gente cumpla
los requisitos más elementales de la voluntad salvífica del 
Creador:
         
1.- la fe envuelta en dudas existenciales;
2.- el abrazo de la cruz y resurrección deJesucristo Redentor;
3.- el hálito invisible del Espíritu
4.- el amor incondicional a Dios y a los demás.

Es un sendero precioso y un caminar seguro con lospasos que 
conducen a la Vida imperecedera; Dios está dentro de todos y
cada uno de nosotros.

Así de snecillo:_ "morir es tan natural como el nacer"

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