miércoles, 7 de marzo de 2012

"El primer grito del ser"

  
         Cuando en la primera infancia 
       escuchamos a mamá
pronunciar su santo nombre,
balbuceamos entre babas
el primer grito del hombre:
“Abba” mama, “Abba”.

Se enciende nuestra mirada
en la infinitud del cielo,
y las estrellas alumbran
la oscuridad del cerebro,
como ventanas abiertas
al fondo del firmamento.

“Abba,Abba, Pater, Abba”
sólo se llamarte así.
No me ocultes tu mirada.
Quiero llenarme de Ti.
“Abba, Pater, Abba, Pater”.
“Abba, Abba, Abba, Abba”

“Abba” llamamos al pan,
“Abba” queremos decir:
dame teta, dame más.
“Abba”, yo quiero vivir.
“Abba”  llamamos al agua.
Dame más agua, mamá.

Mi refugio son tus brazos;
y tus labios son el Verbo
que traspasa mi existencia.
Tus Palabras son los lazos
que amarran mi pensamiento,
dándome la resistencia.

El mundo de las palabras
que llenan las bibliotecas;
los discursos de los hombres
que a sus hermanos inquietan;
los inventos y las ciencias,
sin Ti son humo… tristeza.

El niño aquel de la aldea,
que se empeñaba en meter
todo el agua de los mares
en un hoyito de arena!!!
“¡Deja  ya de hacer locuras!
”Vas a perder la cabeza”!

“¿Usted me llama a mí loco,
dándose tanto postín?
¡Pobre tontito que intenta
en su testa de serrín
meter de Dios la grandeza!
¡parece usted San Agustín!”

Si no soy capaz de ver
de un átomo lo complejo,
la inmensidad de un microbio,
el misterio de una piedra,
la belleza de una flor
ni mi respeto a un cigoto!

“ABBA, PATER, ABBA, ABBA”

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