miércoles, 9 de mayo de 2012

"MACHU PICHU Y EL CIELO", 14


¡Conseguí, por fin, la cima!

En toda escalada se sufre mucho, por el trabajo y esfuerzo físico; lo que en la vida espiritual se llama “ascética”; pero una vez logrado el objetivo, se produce una sensación tan agradable, que das por bien empleados todos los rigores de la dura trayectoria; es lo que se llama, en el terreno espiritual, “mística”.

Como es tan cierto que “la curiosidad mata al gato”, yo pequé de curioso y me dirigí, sin dudarlo, al borde del acantilado.

Esto no es para contarlo a personas que no lo hayan vivido,;sin embargo, lo siento como una obligación de fidelidad, y...

No seré capaz de haceros ver lo que sentí en ese momento; todo el mundo se cayó sobre mi.

Es la primera y única vez de mi vida, que he experimentado lo que es el auténtico vértigo; como  si el abismo me tragase; todo mi cuerpo se me volcaba en la orilla, y una fuerza me arrastraba, como un  imán se apodera de un alfiler, y lo succiona hacia si; fue una experiencia inusitada y terrible; lo que ocurrió después, me da miedo y vergüenza contarlo, porque falló mi valentía personal, quedando al capricho de la
causalidad y causalidad de los elementos, libres también, de la naturaleza, como un inválido inconsciente.

Yo, envuelto en un torbellino de aire, luz y nubes, me lancé hacia atrás, agarrándome con las manos a los matojos que alcanzaba; clavando mis uñas en la tierra, intentaba huir como fuera de aquel lugar, para mi mortal y fatídico. 

No recuerdo más...

Cuando al cabo de no sé cuanto tiempo, llego mi fiel amigo ,sacerdote igual que yo, me encontró, como si estuviera dormido, o muerto, tumbado entre la maleza, y con la cabeza sangrando, aunque ya seca la sangre;   me  tocó con el pie; yo, al despertar, empecé a gritarle que no se asomara ni se acercara más allá, que había mucho peligro.

Me lavé con el agua pegada en las plantas; pues, aunque yo no recordé haber visto llover, el P. José Antonio, el argentino, me contó que al empezar a llover se protegió bajo unos árboles, que por eso había tardado tanto en llegar hasta mi, que me había estado buscando algunos minutos.

La situación fue muy tensa, y comprendimos que estas eran las razones de tanta prohibición de traspasar aquella vaya; letrero  que nosotros no habíamos respetado.

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