La
operación de coronarias fue un éxito;
Yo
salí del quirófano con dos “muellecito” colocados
en
la arteria principal expansivos, que evitan siempre
posible
obstrucción de estos útiles conductos que, de
los
pulmones al corazón, transportan
nuestra sangre
con
todo el cargamento de oxígeno y sustancias sanas
y
nutritivas que cargan de energía nuestro complejo
organismo.
Después
de cinco horas de agonía en carne viva, me
encontré
de nuevo en la habitación del Hospital de La
Paz,,
el primer Hospital moderno muy bien atendido
por la Seguridad Social Pública de la Comunidad
Madrid, y que años antes yo mismo había presenciado
su cimentación y construcción.
por la Seguridad Social Pública de la Comunidad
Madrid, y que años antes yo mismo había presenciado
su cimentación y construcción.
Allí
estaba rodeado por mis más íntimos
familiares y
amigos;
esas personas que existen cerca de nuestras
vidas, a las que, a veces, no concedemos el valor que
tienen
para nosotros, hasta que no llega un momento
tan
cruciar como es la frontera entre la vida y la muerte.
Todas
las consideraciones hechas, y por hacer, de ese
cotidiano
“COMPARTIR VIDA Y MUERTE”, que no
son ni el Uno % de la realidad misma.
Ellos
eran conscientes de mi gravedad y posibles fatales
y
probables resultados; aunque todos me conocen a lo
largo de
toda la vida, sabiendo mi actitud y disponibilidad
ante
un hecho para mi tan natural como
la vida misma.
Estas
circunstancias de un trance de dolor, incomodidad
y
grave peligro, me enseñó a descubrir la grandiosidad,
el
cariño, la amistad y la ternura de la gente que tanto
te
quiere y que a menudo pasan desapercibidos.
Su
presencia y atención esmerada me acompañó durante
el
largo tiempo , día y noche, que duró mi hospitalización;
fue
así porque me avisaron en el HOSPITAL que había
que
intervenir de nuevo para colocarme dos más “titánicos
muellecitos”
en otra de mis coronarias.
No
es un invento de nadie
la
vida, muerte y dolor,
la
alegría, amor y sexo,
el
sufrimiento, el pavor,
la
inclemencia, el trabajo,
el
hambre, la incomprensión,
la
amistad y el convivir;
no
son invento de nadie;
son
consecuencias y dones
de
nuestra vida terrena
que
aceptadas y asumidas,
superadas
y vencidas,
dan
derecho a vida Eterna.
Nos hace, sí, vencedores
de
esa lucha cotidiana
de
los fieles militantes,
que,
valientes y sinceros,,
COMPRTIMOS
MUERTE Y VIDA.
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