miércoles, 2 de mayo de 2012

"HISTORIAS NOVELADAS", I


Aventuras del pequeño Filos.

Se levantó muy de mañana y salió al campo, como hacía habitualmente; le gustaba ver corretear por las laderas a las suaves vicuñas mientras pactaban en los rincones y peñascos del Altiplano andino.

Había otros atractivos que le arrancaban alegremente de la cama al amanecer el Inti sol por entre las sinuosas cumbres y el planear de los míticos habitantes del cielo del mundo, el majestuoso Cóndor.

Le encantaba tocar con sus manos las gotas de rocío sobre las flores de amancay desde los valles y montañas, lavándose la cara con esa poca agua misteriosa que la bruma del amanecer había depositado con tanta suavidad y divina dulzura.

Todo eso era maravilloso y bello; pero la principal razón de estas cotidianas madrugadas estaba dibujada en el rostro de una linda pastorcilla que cuidaba cada día sus sus abundantes y lustrosos camélidos (vicuñas, llamas, alpacas)  y los defendía de los zorros y ariscos guanacos que solían andar por los alrededores de sus lindos rebaños.

Este día, Fátima no estaba sola; se acercó recatado el chico y saludó con simpatía a las niñas; Fátima estaba acompañada de otra chica, cuyo nombre era Laura, que por cierto parecía un ángel; ambas estaban cantando canciones melódicas de los Andes, cuando él apareció en la escena; no sabía exactamente la letra de la canción, pero era una melodía que había escuchado antes en alguna localidad en fiestas.

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