lunes, 28 de mayo de 2012

HISTORIAS NOVELADAS, XXI

I.- Aventuras del pequeño Filos
I.- 21.- Egipto es aún más grande.

La nave se elevó algo más, y pude ver que Egipto era mucho más que esa ciudad tan inmensa que es el Cairo, su capital; su casi  interminable recorrido siguiendo la corriente del Nílo y sus verdes, unas veces, y desérticas otras, el respetuoso Valle de los Muertos, que nos arrastra a pensar que no fueron humanos normales los que tal cosa hicieron, para llegar a creer que fueron seres extraterrestres los auténticos constructores de esas majestuosas pirámides, llenas de inspiración divina que dejó impresa en sus hijos terrestres, el sello y firma de su elevada religiosidad; mamá me dijo, observando mi perplejidad infantil ante la acumulación de tanto misterio y sabiduría:
“Filos, hijo querido, Egipto es un ejemplo de florecimiento cultural, nacido, desarrollado y, salvando las distancias, de la herencia que un día les influyó desde la región cercana en cuanto a lo geográfico, y tan  remota en el tiempo, de la Mesópotamia a orillas del Golfo Pérsico, tras la llegada de los Sabios Gigantes, procedentes del punto de referencia única planetaria de la original Rapa Nuí, que, como tu estás comprobando, no debemos perder nunca de vista”.    

“Sí mamá, desde nuestra breve visita a dicha Isla, a mi no se me va de la cabeza, aquel lago, aquella pirámide natural del Te Revaca, y el Triángulo pitagórico, amarillo fuego, que fue para mí fue una visión nocturna como si fuera una Isla encendida  exclusiva  para una verbena fantasmagorica en fiestas populares qué, como no había gente, hubieran prendido sólo para nosotros cuatro...”
“Filos, no te confundas, ¡sólo somos tu y yo!”.
“Me restregué los ojos; ¿qué me pasaba ahora?!
¡Acaso me estaba volviendo majareta ...
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