“Si alguien
tiene necesidad de toser, o estornudar, se inclina sobre el fondo de la canoa y
debe tapar su cara, boca y nariz con un trapo para no hacer ruido que se pueda
oír fuera”
“De todo
esto, sí que depende el éxito o el fracaso de nuestra empresa y el viaje de
ustedes; las consecuencias serían graves “
Estas
palabras fueron dichas por el guía en un tono cargado de cierto y misterioso temor y dramatismo.
Estas
advertencias sí que calaron nuestra preocupación y arrancaron una oleada de miedo.
Por fin se
leía el pavor en los ojos y gestos de todos; nadie hablaba.
En el
transcurso del viaje, me resultó una novedad sobre la forma de solucionar en
una canoa de madera ocupada por 11 personas los problemas fisiológicos de hacer pis y caca sin alarmas
ni vergüenzas; si uno desea atender alguna necesidad corporal, lo avisa al
grupo y va a la “popa” y descarga su “mercancía” a gusto y tranquilo, como si
nada pasara; quizá los únicos enterados sean los hambrientos peces que “hacen a
todo” y no dejan de rondar sobre los alrededores de la canoa.
El guía nos
había indicado que llevábamos unas bolsas preparadas para estos menesteres y
urgentes apuros personales; pero nadie las usó.
Al
oscurecer, hicimos la avanzadilla hasta cobijarnos en la maleza bajo los
árboles, como estaba previsto.
Nos medio
liamos con las mantas al efecto, y unos durmieron más y otros menos; pero todos
en silencio hasta el amanecer.
La verdad completa era, que no sabíamos donde nos
encontrábamos, “Acojonados”; una mala “noche toledana” como se suele decir
popularmente en España; un mal dormir con los ojos entreabiertos.
Mi confianza
en los guías era absoluta, por apreciar el dominio que demostraban y los
conocimientos que tenían del terreno que pisaban y condiciones de la selva.
No se duerme
tan a gusto con en cama, pero saqué un 50 % de rendimiento de aquellas horas deangustiosa y esperanzada
espera.
Cuando
empezó a clarear el día, todos estábamos ya despiertos y esperando qué iba a
suceder.
Inhóspita
experiencia de ver los rayos solares semidormidos, relajados y enredados en
el enmarañado ramaje de la selva.
Una
experiencia jamás vivida en el antes, y, sí, en el después de mi existencia.
Estaba como
extasiado.
Hay un embrujo especial en ese despertar natural de la jungla, cuando:
toda la Naturaleza pone en marcha ese complejo de vida vegetal, animal y humano orquestado de multisonidos y en un marco de plantas y colores invadiendote por abajo, arriba, detrás, delante y hasta por los poros mismos de todo tu ser:
.......
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