miércoles, 30 de mayo de 2012

MACHU PICHU Y EL CIELO, XX

Camuflados en una canoa

“Si alguien tiene necesidad de toser, o estornudar, se inclina sobre el fondo de la canoa y debe tapar su cara, boca y nariz con un trapo para no hacer ruido que se pueda oír fuera”
“De todo esto, sí que depende el éxito o el fracaso de nuestra empresa y el viaje de ustedes; las consecuencias serían graves “
Estas palabras fueron dichas por el guía en un tono cargado  de cierto y misterioso temor y dramatismo.
Estas advertencias sí que calaron nuestra preocupación y arrancaron  una oleada de miedo.
Por fin se leía el pavor en los ojos y gestos de todos; nadie hablaba.
En el transcurso del viaje, me resultó una novedad sobre la forma de solucionar en una canoa de madera ocupada por 11 personas  los problemas fisiológicos de hacer pis y caca sin alarmas ni vergüenzas; si uno desea atender alguna necesidad corporal, lo avisa al grupo y va a la “popa” y descarga su “mercancía” a gusto y tranquilo, como si nada pasara; quizá los únicos enterados sean los hambrientos peces que “hacen a todo” y no dejan de rondar sobre los alrededores de la canoa.
El guía nos había indicado que llevábamos unas bolsas preparadas para estos menesteres y urgentes apuros personales; pero nadie las usó.
Al oscurecer, hicimos la avanzadilla hasta cobijarnos en la maleza bajo los árboles, como estaba previsto.
Nos medio liamos con las mantas al efecto, y unos durmieron más y otros menos; pero todos en silencio hasta el amanecer. 
La verdad completa era, que no sabíamos donde nos encontrábamos, “Acojonados”; una mala “noche toledana” como se suele decir popularmente en España; un mal dormir con los ojos entreabiertos.
Mi confianza en los guías era absoluta, por apreciar el dominio que demostraban y los conocimientos que tenían del terreno que pisaban y condiciones de la selva.
No se duerme tan a gusto con en cama, pero saqué un 50 % de rendimiento de aquellas horas deangustiosa y esperanzada espera.

Cuando empezó a clarear el día, todos estábamos ya despiertos y esperando qué iba a suceder. 
Inhóspita experiencia de ver los rayos solares semidormidos, relajados  y enredados en el  enmarañado ramaje  de la selva.
Una experiencia jamás vivida en el antes, y, sí, en el después de mi existencia.
Estaba como extasiado.
Hay  un embrujo  especial en ese despertar natural de la jungla, cuando:
toda la Naturaleza pone en marcha ese complejo de vida vegetal, animal y humano orquestado de multisonidos y en un marco de plantas y colores invadiendote por abajo, arriba, detrás,  delante y hasta por los poros mismos de todo tu ser:
.......


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