jueves, 10 de mayo de 2012

"COMPARTIMOS VIDA Y MUERTE", VI

AVISO:  (Como en un futuro cercano voy a contar experiencias 
vividas en la proximidad y presencia de diversas  otras personas 
que habían fallecido a mi laso, empiezo por narrar una situación 
vivida por mi mismo),
..................

Una experiencia personal, 1


Estaba haciendo ciertas tareas de mejora en nuestra 
casa familiar; mientras trabajaba, comencé a sentir un 
cansancio peculiar, cosa nueva en mi vida; necesitaba 
sentarme y reposar unos minutos y seguía trabajando 
hasta cansarme de nuevo y volver a descansar;

Pasaron cuatro días; todo seguía igual; pero el sábado 
a  la noche noté un golpe de náuseas, tomé una pizca
de anís con agua y ese malestar pasó; sobre las cinco 
de la madrugada, desperté con un fuerte dolor en el 
esternón, por haber  atendido a  personas, que me 
habían contado este síntoma, sentí miedo, me incorporé;
pero viendo que dicho dolor continuaba, avisé a la 
familia y con toda rápidez marchamos al Hospital más 
cercano, el Infanta Sofía, que está situado en el pueblo
más crcano de San Sebastián de los Reyes, Comunidad 
Autónoma de Madrid.

Al entrar en la recepción de Urgencias, me condujeron
 “al tiro”, (según la expresión de rapidez muy usada en 
Chile), sobre camilla de ruedas hasta la asistencia
sanitaria apropiada; estaba afectado por un infarto en la
región cardiaca;  habíamos llegado a tiempo.

A las pocas horas y tras de la diagnosis oportuna, me 
sometieron a una intervención quirúrgica de las arterias 
coronarias obstruidas.

Ya dentro del quirófano, colocaron sobre mi los aparatos 
adecuados con todas las previsiones de suero, anestesista, 
enfermera de control vital y dos cirujanos especialistas en
la materia.

Contar los detalles de esa situación , se escapan por esa 
especie de abstracción mental que se apodera del paciente 
en situación terminal; así lo viví; no tenía, ni tengo, miedo
a morir, porque siempre he visto y asumido esta condición 
humana como algo natural, por lo que cada  noche desde 
mi niñez, al echarme a dormir, pienso sobre la almohada 
que podría no despertar; fue un buen consejo de los muchos 
que recibí de mi padre.

Al notar una extraordinaria opresión sobre mi pecho,  al ver
todo tan oscuro, negro, pensé, y así lo viví, que había llegado 
el momento de mi  despedida, y me resigné con un nuevo e
inesperado pensamiento espiritual. ...

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