viernes, 25 de mayo de 2012

COMPARTIMOS VIDA Y MUERTE, XII


Segundo caso de asistencia personal.

Una actriz “con tablas”.- 1
 En una residencia de mayores, vivía desde hacía años una 
señora que rondaba los ochenta febreros de vida; poseía un 
baúl grande con cantidad de trajes, ricos y vistosos, pues 
había  sido  artista en sus años de actividad profesional 
hasta la jubilación a los 60; de vez en cuando, se arrancaba 
a cantar, bailar, presentar a sus colegas artistas, se vestía 
luciendo aquellos maravillosos trajes; no lo hacía mal, y 
todos los compañeros y compañeras de la sala le aplaudían 
con regocijo y satisfacción.

Un día, una enfermera encargada de la salud de aquellos/as 
ancianitos, requirió mis servicios de atención psicológica y 
espiritual; fui a verla y, como siempre, yo le pregunté por su 
salud, y, de paso me interesé por sus familiares; su respuesta 
fue la siguiente:

“ mire, señor, si viene a curarme, ya cumplió con supersonal 
obligación de visitarme, porque yo, ya me   estoy muriendo 
a chorro; lo noto yo, pues mi cuerpo no responde ni obedece 
a lo que yo le mando, me da mucha rabia por eso y no deseo 
que ustedes me anden molestando; me pongo peor; ¡déjenme 
morir en paz! ¡por favoor!”

Quedé aturdido, al oír aquella voz desgarrada que oyeron 
todas las personas de la sala; yo le quise tomar la mano para 
inetar tranquilizarla, cos que ella rechazó violentamente 
dándome una tremenda bofetada.
Vinieron las enfermeras, le reprendieron su ya expresado 
inabitual comportamiento; por mi parte, le hice ver que la 
comprendía y que la bofetada no tenía nada que ver conmigo 
y ya le había perdonado.
Una señorita enfermera comentó que siempre hacía igual con 
los médicos, sacerdotes y con ellas mismas; la señora oyó 
ese comentario, y comenzó a gritar con las pocas fuerzas 
que le quedaban:

“¡Déjenme ya todos, quiero morirme para no verlos más!  
No tengo familia, no tengo amor, no confío en los médicos 
ni en los curas ni en las monjas ni en ninguno de los que 
estáis aquí; no quiero veros a   ninguno de vosotros; ¡fuera 
todos, deseo estar sooola!   ¿¡Es que no se enteran?.¿No me 
oyen? ..
¡¡F u e r a!!”

Ante una situación así, sólo hay una solución lógica; dejar de
molestarla y esperar a que se le pase el enfado y volver con 
argumentos de distinta índole, tras de investigar facetas de su 
vida en que a su forma, le han dado fama y felicidad.


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