Segundo caso de asistencia
personal.
Una actriz “con tablas”.- 1
En una residencia de mayores,
vivía desde hacía años una
señora que rondaba los ochenta febreros de vida; poseía un
baúl grande con cantidad de trajes, ricos y vistosos, pues
había sido artista en sus años de actividad profesional
hasta la jubilación a los 60; de vez en cuando, se arrancaba
a cantar, bailar, presentar a sus colegas artistas, se vestía
luciendo aquellos maravillosos trajes; no lo hacía mal, y
señora que rondaba los ochenta febreros de vida; poseía un
baúl grande con cantidad de trajes, ricos y vistosos, pues
había sido artista en sus años de actividad profesional
hasta la jubilación a los 60; de vez en cuando, se arrancaba
a cantar, bailar, presentar a sus colegas artistas, se vestía
luciendo aquellos maravillosos trajes; no lo hacía mal, y
todos los compañeros
y compañeras de la sala le aplaudían
con regocijo y satisfacción.
con regocijo y satisfacción.
Un día, una enfermera
encargada de la salud de aquellos/as
ancianitos, requirió mis servicios de atención psicológica y
espiritual; fui a verla y, como siempre, yo le pregunté por su
salud, y, de paso me interesé por sus familiares; su respuesta
fue la siguiente:
ancianitos, requirió mis servicios de atención psicológica y
espiritual; fui a verla y, como siempre, yo le pregunté por su
salud, y, de paso me interesé por sus familiares; su respuesta
fue la siguiente:
“ mire, señor, si viene a
curarme, ya cumplió con supersonal
obligación de visitarme, porque yo, ya me estoy muriendo
a chorro; lo noto yo, pues mi cuerpo no responde ni obedece
a lo que yo le mando, me da mucha rabia por eso y no deseo
que ustedes me anden molestando; me pongo peor; ¡déjenme
morir en paz! ¡por favoor!”
obligación de visitarme, porque yo, ya me estoy muriendo
a chorro; lo noto yo, pues mi cuerpo no responde ni obedece
a lo que yo le mando, me da mucha rabia por eso y no deseo
que ustedes me anden molestando; me pongo peor; ¡déjenme
morir en paz! ¡por favoor!”
Quedé aturdido, al oír
aquella voz desgarrada que oyeron
todas las personas de la sala; yo le quise tomar la mano para
inetar tranquilizarla, cos que ella rechazó violentamente
dándome una tremenda bofetada.
todas las personas de la sala; yo le quise tomar la mano para
inetar tranquilizarla, cos que ella rechazó violentamente
dándome una tremenda bofetada.
Vinieron las enfermeras, le
reprendieron su ya expresado
inabitual comportamiento; por mi parte, le hice ver que la
comprendía y que la bofetada no tenía nada que ver conmigo
y ya le había perdonado.
inabitual comportamiento; por mi parte, le hice ver que la
comprendía y que la bofetada no tenía nada que ver conmigo
y ya le había perdonado.
Una señorita enfermera
comentó que siempre hacía igual con
los médicos, sacerdotes y con ellas mismas;
la señora oyó
ese comentario, y comenzó a gritar con las pocas fuerzas
que le quedaban:
ese comentario, y comenzó a gritar con las pocas fuerzas
que le quedaban:
“¡Déjenme ya todos, quiero
morirme para no verlos más!
No tengo familia, no tengo amor, no confío en los médicos
ni en los curas ni en las monjas ni en ninguno de los que
estáis aquí; no quiero veros a ninguno de vosotros; ¡fuera
todos, deseo estar sooola! ¿¡Es que no se enteran?.¿No me
oyen? ..
¡¡F u e r a!!”
No tengo familia, no tengo amor, no confío en los médicos
ni en los curas ni en las monjas ni en ninguno de los que
estáis aquí; no quiero veros a ninguno de vosotros; ¡fuera
todos, deseo estar sooola! ¿¡Es que no se enteran?.¿No me
oyen? ..
¡¡F u e r a!!”
Ante una situación así, sólo
hay una solución lógica; dejar de
molestarla y esperar a que se le pase el enfado y volver con
argumentos de distinta índole, tras de investigar facetas de su
vida en que a su forma, le han dado fama y felicidad.
molestarla y esperar a que se le pase el enfado y volver con
argumentos de distinta índole, tras de investigar facetas de su
vida en que a su forma, le han dado fama y felicidad.
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