sábado, 26 de mayo de 2012

COMPARTIMOS VIDA Y MUERTE, XIII

 Una  actriz “con muchas tablas”, 2
Los médicos que le atendían, dejaron evidente constancia de que la señora no estaba todavía  para morir; duraría algún tiempo, pero no antes de dos meses, como mínimo.
A los cuatro días, volví a visitar aquella sala; saludé a todas las personas situadas en las camas justo al frente en las que ocupaba la que me cruzó la cara con su mano; cuando regresaba hacia la salida, me dirigí a todas diciendo: 

“mañana volveré para atender a las de esta parte de la sala; ¡buenos días a todas, y hasta que nos veamos mañana!”

Al siguiente día, entré al recinto, fui hasta el final, saludé a una por una, comentando y con sonrisas para todas; al llegar a Celinda (así se llamaba), hice el ademán de pasar de largo...

“¡Oiga, padrecito, que se olvida de mí! ¡yo también soy persona!! 

“¡Ah, perdone, creía que no quería saber nada de mí!, perdone; “ahorita” vuelvo!”
Tras de haber terminado de atender a la señora de al lado, volví a Celinda, 
y antes de que yo dijera palabra, Celinda se adelantó:

“Qué vergüenza; me han dicho mis vecinas que es usted un buen padrecito, y...yo sin saberlo; ¿podrá perdonar la bofetada que le di? ¡qué tonta yo!”

“Mi buena Celinda: ya le perdoné; yo ni me enteré de la bofetada, usted lo ha soñado; olvídese de ello y viva con alegría el resto de sus días; usted tiene aún mucha vida por delante; quiero verla y oírla vestida tan bonita 
con sus trajes de artista”

Nos hicimos muy amigos y ella me contó muchas de sus 
hazañas de artiz,  y...me explicó:
¡”También actué en el teatro!...representé a grandes mujeres de la historia...y entre ellas representé a...
¡ vaya, se me ha olvidado!...luego, cuando recuerde se lo digo”

Pasaron varias semanas; Cella volvió a cantar, pero no a bailar, pues sus piernas ya no le obedecía, tal como ella solía decir.
Un día me dijo:


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