I.- Aventuras del pequeño Filos.
1.-12.- ¿Dónde estará Laura?
Al experimentar en mi alma y en mi
corazón las palpitaciones de mi nueva situación, al sentirme “hijo adoptivo” de
la madre de mi amiguita Laura, tuve el valor de preguntar:
“¡Mamá, ¿cuál es tu nombre?”
“Donde está ahora mi nueva hermana, tu
hija Laura?.”
O yo no había hablado con claridad o la
señora no me escuchó, o tal vez, en ese momento, no le apetecía darme
explicaciones sobre algo que a mí no concernía; guardé silencio y esperé a que
ella, si es que se había enterado, me respondiera cuando lo creyera oportuno.
Yo no dejaba de pensar en Laura, la niña
de cristal, transparente como la luz, profunda como un suspiro, atractiva y
atrayente como un imán, espiritual como un ángel.
-¡sola por esos vericuetos, hondos
barrancos y encrucijadas montañosas de los Andes!
-¿Por qué no se acuerda de mí y me hace
una visita, ¡aunque yo no la pudiera ver con los ojos de mi cara!
-¿Dónde estás, hermanita?
-¡Hazte presente otra vez; pues ahora
somos hermanos!
(todo esto pensaba yo, en mi silencio y
dolor).
Dentro de mí había una congoja especial;
era como cuando murió mi papá; cuando ese hombre de Puno me robó, así, el
cariño que mi madre me tenía antes; cuando también murió mi tía Jimena; cuando
me escapé de casa.
Yo había abandonado de forma tan cruel, a
mi amiga Fátima; y, por si todo eso fuera poco, me sentía desprovisto del
cariño de Laura.
Empezaba a pensar que yo era el ser más
desgraciado, el más asqueroso y desarropado del mundo; y encima, ahora, esta mi
nueva “madre” no responde a mis preguntas....
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