1-6.- Se abre un dibujo de Nazca.
Obedecí la tan amable invitación de
aquellos “inoportunos visitantes” que me habían robado del profundo sueño, y
marché tras ellos; yo caminaba normal y era más lento; iba uno delante y otro
detrás de mi.
De pronto uno de esos dibujos grandes,
raros y enigmáticos, que adornan los desiertos de Nazca, y que nadie sabe quien
los hizo ni para qué, se elevó lo suficiente como para poder descubrir unas
hermosas, suntuosas y doradas escaleras que descendían bajo el desierto; todo
era luminosidad acompañada de melodía
suave, relajante y alegre.
Se abrieron unas cortinas, de un color
cielo brillante, y entramos en una sala enorme en la que había más de cien
niños bestidas como princesas y niñas con uniformes de guerreros, pero sin
armas ni nada; yo pensé que eran los mismos que había visto en la nave; no
estoy del todo seguro; pero eso no me importó ni me dieron tiempo a tales
consideraciones.
En el centro de aquel salón palaciego,
una bella mujer, más bien joven, ocupaba una especie de trono suspendido en el
aire; me dio su mano derecha y me sentó junto a ella.
Se hizo un silencio impresionante; yo
cerré los ohos, como cuando era más pequeño y me dejaba bañar, acariciar y besar por mi
mamá en aquella casita, pobre pero tan linda linda de mi Puno y lago Titicaca;
me encontraba como perdido; aquella dulce dama, que más bien parecía una imagen
viva de la Virgen María, estampo un suave beso en mi frente y mee dijo:
“creo que estarás contento y feliz entre nosotros ¿verdad?; tengo que realizar un viaje.
Me gustaría que tu me acompañaras............
¿quieres venir conmigo?"
.......
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