I.- Aventuras del pequeño Filos.
I.- 16.- Mi encuentro con la Sabiduría.
Estábamos
situados a una cierta gran
altura y lugar estratégico, en que dominábamos
todo ese gran techo celeste del Mediterráneo con la posibilidad de
contemplar los ríos, montes, ciudades antiguas y modernas, como si
fuera una gran pizarra
en que mamá iba tocando con una ráfaga de luz para que yo viera y
entendiera
todo con absoluta claridad.
En primer lugar tocó con su rayo de luz
amarilla fuego las pequeñas colinas que hay y soportan el agradable peso de la
ciudad de Atenas rodeada de colinas y coronada por ese templo de Zeus, el Partenón; me dejó sin
respiración tanta historia, tanto arte, tanta cultura literaria y tanta sangre
mitológica en tan escaso espacio; mamá se dio cuenta de mi emoción genética:
“Hijo, ya se lo que sientes al
encontrarte en este lugar helénico, cuna de pueblos y modelo de todas las
ciudades y pueblos de Europa y América, que reprodujeron en cada lugar sus
viviendas, sus creencias y su forma de actuar en convivencia social y política
pacífica en régimen democrático y con valores comunes socioeconómico y republicanos en la general producción
y justo reparto de beneficios; tan así fue, que al ser bautizada esta cultura
por la fraternidad proclamada por los Apóstoles del Evangelio, la nueva
“Comunidad tenía todo en común y ninguno de ellos carecía de lo necesario para
vivir dignamente”.
“Mamá, pero eso es maravilloso; por eso
toda la América del norte y sur continental se
llaman repúblicas, ¿verdad?”
“Hijo, así es hasta cierto punto; porque
en las distintas repúblicas, que hoy conocemos, hay otros elemento de interés
egoísta en que “la cosa pública” ya no lo es tanto, sino que los gobernantes y
poderosos económicos, en vez de ser guardianes de justicia y equidad, se
dedican a enriquecerse ellos mientras, sin escrúpulos, explotan a todos los
ciudadanos sin capacidad de defenderse.”
Oyendo a mi mamá, casi se me saltaron las
lágrimas; mamá lo advirtió y me dijo:
.....
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