martes, 1 de mayo de 2012

FRAGMENTOS DE "TODA UNA VIDA", 17

Todo resultaba providencial para mi, joven misionero que me acercaba de forma paulatina  a mi ya querido Perú, al que iba a dedicar el estreno de mi sacerdocio y mejores años y ganas de servir a las almas.

Cada paso era como los latidos, que se iban acelerando  al ritmo del acercamiento a esa tierra prometida y que sería el colmo de mis esperanzas cumplidas y ansias apostólicas.
El trayecto Quito – Lima lo hicimos también con Aire France; un trayecto tranquilo y agradable.

Los ánimos se habían calmado.

Como colofón de buen servicio nos ofrecieron un menú a la francesa, en que no faltó el  delicioso   petitsoi,  la exquisita tablita de queso variado puro francés y un solomillo sangrando pero cocido en su totalidad, cuyo sabor aún permanece en mis papilas, pues jamás he probado cosa igual;  una tarta de queso fundido con frambuesa, finalizando con una copita de champange y un aromático café.

Lograron obtener de todos  una actitud de perdón por el susto y la gratitud por sus cocineros y simpatías, con que los pilotos y azafatas nos brindaron al despedirse de nosotros con oss intercambiados aplausos, cuando aterrizamos en el aeropuerto del Callao en la Capital del Virreinato Colonial, Lima.

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