El ser
humano dominando la materia, el tiempo y la vida
de las
plantas, animales y semejantes humanos.
El Universo
es un juguete en manos de los astrónomos: egipcios, chinos, aztecas, rapanuis,
tassillies y los incas paseando por el cosmos a modo de astronautas, al estilo
de los usuarios de las rampas y
señales de Nacna y los precursores y viajeros del espacio sideral.
A
continuación nos dirigimos a la cámara imperial donde se supone que Pachacutec
descansaba de sus continuas batallas y trabajos cotidianos.
La cama
sigue sin deshacer todavía; se trata de un colchón de tamaño normal tallado en
la gran “huancha” (roca), que
sirve a un tiempo de base de todo el apartamento regio. en el dintel de entrada
se pueden observar unos agujeros pasantes, que, dicen los espabilados y
“sabelotodo” turistas servían de agarraderos de enormes serpientes que
protegían al monarca.
Al lado de
la posición natural de la cabeza, una ventana que permitía al Emperador Inca
asomarse y contemplar el río sagrado ( Willca Mayu= rio del Sol) y la puerta
abierta del Valle Sagrado de Urubamba.
Creo que no
faltó nadie a la hora de probar aquella cama mágica y enigmática a la vez. Por
el frente de la cabeza acostada sobre la derecha hay otra ventana abierta al espacio y campo donde el ejército
hacía sus prácticas y desfiles
militares que Pacha Cutec veía estando recostado.
Al atravesar
ese campo militar, al final y punto más cercano al Gran monte, observé que
había una brecha abierta en la tela metálica que limita la zona a visitar;
cosido sobre la misma tela había un letrero que decía:
“AVISO. PROHIBIDO EL PASO”.
Le dije al
Sacerdote argentino, que, en ese momento tenía a mi lado, mientras le señalaba
el boquete de la vaya metálica:
- “si me
acompañas nos metemos en la zona del Monte; nada va a pasar; tendremos cuidado;
esperamos a que la gente se de la vuelta y nos colamos”.
Mi amigo
argentino asintió con la cabeza; me sentí más tranquilo; creo que sin él, no hubiera dado el paso de entrar solo
en aquel recinto prohibido y que a
mi me impresionaba tanto; pero, contaba con un “cómplice” para no emprender yo
solo una aventura que, además
tenía el aliciente de atravesar por aquella frontera misteriosa con una carga
siempre “acojonante” de las cosas que nos están prohibidas; en serio.
Recordé al
historiador norteamericano, Mr. Bingam, cuando, subiendo por los próximos
verdes valles de Vicabamba y Chiamanta, acompañado del guía local Melchor
Arteaga, se abriera ante sus
atónitos ojos de inquieto investigador, aquella mole única, bella y tan
inaccesible que nadie, que sepa, ha escalado jamás; por mi parte, cuento con
las palabras más sencillas, lo que yo viví en directo:
Mi idea era
más ambiciosa de lo previsto e imprevisto; sentía la necesidad de subir a donde
en otros tiempos los incas de .....
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