martes, 8 de mayo de 2012

"MACHU PICHU Y EL CIELO", 13

El sabor de lo prohivido.

El ser humano dominando la materia, el tiempo y la vida
de las plantas, animales y semejantes humanos.

El Universo es un juguete en manos de los astrónomos: egipcios, chinos, aztecas, rapanuis, tassillies y los incas paseando por el cosmos a modo de astronautas, al estilo de los usuarios  de las rampas y señales de Nacna y los precursores y viajeros del espacio sideral.

A continuación nos dirigimos a la cámara imperial donde se supone que Pachacutec descansaba de sus continuas batallas y trabajos cotidianos.
La cama sigue sin deshacer todavía; se trata de un colchón de tamaño normal tallado en la  gran “huancha” (roca), que sirve a un tiempo de base de todo el apartamento regio. en el dintel de entrada se pueden observar unos agujeros pasantes, que, dicen los espabilados y “sabelotodo” turistas servían de agarraderos de enormes serpientes que protegían al monarca.

Al lado de la posición natural de la cabeza, una ventana que permitía al Emperador Inca asomarse y contemplar el río sagrado ( Willca Mayu= rio del Sol) y la puerta abierta del Valle Sagrado de Urubamba.

Creo que no faltó nadie a la hora de probar aquella cama mágica y enigmática a la vez. Por el frente de la cabeza acostada sobre la derecha hay otra ventana abierta  al espacio y campo donde el ejército hacía sus prácticas y desfiles  militares que Pacha Cutec veía estando recostado.

Al atravesar ese campo militar, al final y punto más cercano al Gran monte, observé que había una brecha abierta en la tela metálica que limita la zona a visitar; cosido sobre la misma tela había un letrero que decía:

  “AVISO. PROHIBIDO EL PASO”.

Le dije al Sacerdote argentino, que, en ese momento tenía a mi lado, mientras le señalaba el boquete de la vaya metálica:

- “si me acompañas nos metemos en la zona del Monte; nada va a pasar; tendremos cuidado; esperamos a que la gente se de la vuelta y nos colamos”.

Mi amigo argentino asintió con la cabeza; me sentí más tranquilo; creo que sin él,  no hubiera dado el paso de entrar solo en  aquel recinto prohibido y que a mi me impresionaba tanto; pero, contaba con un “cómplice” para no emprender yo solo una  aventura que, además tenía el aliciente de atravesar por aquella frontera misteriosa con una carga siempre “acojonante” de las cosas que nos están prohibidas; en serio.

Recordé al historiador norteamericano, Mr. Bingam, cuando, subiendo por los próximos verdes valles de Vicabamba y Chiamanta, acompañado del guía local Melchor Arteaga, se  abriera ante sus atónitos ojos de inquieto investigador, aquella mole única, bella y tan inaccesible que nadie, que  sepa, ha escalado jamás; por mi parte, cuento con las palabras más sencillas, lo que yo viví en directo:

Mi idea era más ambiciosa de lo previsto e imprevisto; sentía la necesidad de subir a donde en otros tiempos los incas de .....


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