Cuando uno sobrevuela la cordillera de los Andes del norte al
sur, ves mucho y no ves nada; es tan extenso el panorama, que al final saca la
conclusión de que lo has mirado
todo, pero no has visto nada.
Al jubilarme y dejar a otros
el puesto y el trabajo educativo al que dediqué cuarenta y dos
años de vida, pedí permiso a los míos, agudicé el ingenio,
adquirí un billete de larga
duración, y viví la más hermosa
aventura jamás soñada.
Acompañado de mis dos mejores
amigos, di un brinco de seis mil novecientos treinta y dos kilómetros, me planté en Caracas de mi
recordada y amiga Venezuela y me dispuse a recorrer en helicóptero, avión,
automóvil, caballo, mulo, burro, llama, tren, bicicleta, guagua, telesferico, o
en el carro de San Fernando, o sea, “unas veces a pié y otras andando”; pasito
a pasito recorrí, y sí toqué, comí, bebí, abracé, besé montañas, pueblos,
lagos, aguas, nieves,
peñascos, plantas y personas de las crestas, laderas y
valles, todos y todas las
cosas que hay bajo el cielo
de mis Andes queridos
Bueno, con la emoción perdí el control; los Andes no son del
todo míos, ni de nadie; son la cubierta y el manantial perenne y permanente de
los ríos y lagos de Argentina, Uruguay,
Brasil, Paraguay, Perú, Ecuador, Colombia , Venezuela, Recife y las
Guayanas; son los espacios
sin límite por donde planean desde hace miles de años todas las aves andinas,
al ritmo pausado y al mismo tiempo solemne y
majestuoso el cóndor, su emperador y defensor, nombrado por el “dios sol=Ínti” para los Incas.
Estos relatos son un
recorrido sin retorno, en que cuenta más la anécdota humana ocurrida sobre
acontecimientos vividos a ras de
tierra y en directo por los protagonistas en contacto, la mayor parte de la
veces, con personas indígenas, encontradas, halladas o buscadas en su salsa
familiar, laboral, festiva o dolorida.
Hemos querido huir de tópicos
y rebuscados científicos, como de rigores
históricos o de investigación; en ciertos casos, nos ha sido difícil evitar los
momento divertidos o penosos que han surgido de la vida misma.
Espero que sea sean de su
agrado; van cargados de amor hacia
ustedes qué, a lo largo de estos cinco mese transcurridos, me han
demostrado tanto valor humano compartido conmigo.
Será un verano sereno, alegre
y refrescante como las brisas y el embrujo de las cumbres nevadas y valles
esmeralda andinos.
...........(sigue: Andes venezolanos)
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