sábado, 9 de junio de 2012

MACHU PICHU Y EL CIELO, XXVIII

Nadie pidió disculpas por nada.
Estás en el séptimo cielo o, tal vez, en el 5º sótano del infierno.
Todo era gozo y bien estar interior y en lo físico.
Puedo asegurar que no me produjo daño alguno, aparente.
Pero, nunca más participé ni participaré en algo  semejante.
No participaré jamás en algo así, ni en algo que pueda parecerme cercano a ello.
Si la frase, oída con retraso (“es un trago de fuego”), hubiera sonado antes, nunca hubría ingerido tal potingue; ya era inevitable.

¿Qué había ocurrido?

TODO FUE SENCILLO, COMO LA VIDA MISMA.

-. hay cosas que no se aprenden en la escuela;
-. al mejor escribiente se le escapa un borrón;
-. entre tantas advertencias y consejos, a nuestros educadores y formadores se les oculta, involuntariamente, lo mejor;
-. la vida de cada uno de nosotros es más amplia de lo que hemos aprendido en la Escuela o en la Universidad, y ni siquiera de cuanto habíamos soñado; esta es la realidad;
-. cuando obtenemos el título para trabajar, no estamos del todo preparados para la vida;
-. llevamos encima más ignorancia e inexperiencia que un “quinto” o novato en las filas del ejército;
-. de este asunto nadie y nuca se habló;
-. ni siquiera  supimos distinguir entre religión y magia, fe y esoterismo; salud, enfermedad; medicina, alucinación y droga;

Por todo eso y mucho más, por primera y única vez en la vida, me sorprendí drogado como un pingüino (si es que se drogan los pingüinos) estúpido, con mis disculpas a los pingüinos listos. 
Fui un auténtico “pardillo” inexperto y feo.
Todo terminó.
Nadie pidió disculpas por nada.
Todo había sido maravilloso; pero todos salimos con cara de tontos humanos que han sido unas víctimas del “modus vivendi” de tantos honrados y sencillos promotores de excursiones por esos parajes perdidos, que los hay por miles en la selva andina y amazónica;  que, a pesar de esas encerronas, eran sin duda, unos buenos comerciantes.
Pedimos desde aquí perdón por el error cometido a quien corresponda, si alguien se da por aludido; reconozco mi   ignorancia culpable de quien sin venir a cuento, se deja “bailar con la más fea”.
Atención al dato, y que os sirva de aviso.
A las seis de la madrugada llegamos a nuestra pensión de Aguas Calientes, con el cuerpo, la mente y el alma frías como un “cubito de hielo”.
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