viernes, 1 de junio de 2012

MACHU PÍCHU Y EL CIELO, XXII

Silencio y emoción incontenible.

Todo ser humano tiene el Derecho y el Deber de  procurar su desarrollo y perfección personal: he dicho todo, tú,  ella, él, yo...¡TODOS!; Que cada santo aguante su vela, decimos.
Yo reivindico, desde la pequeña “huasca” donde se apoyan mis pies, mi  pequeño mundo, parte de mi heredad en el Universo, que es al mismo tiempo mi cama y altar, donde ofrezco mi vida a cada instante y el ara donde celebro la Eucaristía de mi Santo y Eterno Sacerdocio.
 Mi Sacerdocio.
Yo, sin merecerlo, lo he recibido como el más valioso don, que, con la vida, me regaló Dios, mi Papá Eterno, EL,
EL PADRE  Y SEÑOR  DE TODO Y DE TODOS, TAMBIEN DE LAS TRIBUS  INDIGENAS  DE  TODAS   LAS   RIBERAS DE TODOS LOS RIOS, de TODAS LAS GRANDES AVENIDAS, CHABOLAS Y PALACIOS  DEL MUNDO UNIVERSO.

EL, EL GRAN  DESCONOCIDO Y OLVIDADO de tantos hermanos y hermanas que se consideran inteligentes,  y  yo creo que lo son;  pero les falta a muchos distinguir el valor de la fe, de dimensiones  infinitas,  y el valor del complejo conocimiento, con las alas tan cortas. 
Cuanto más sabemos, mejor descubrimos, también, y somos más conscientes de lo mucho, muchísimo mas, que ignoramos.
Cuando subimos a un monte, cada vez vemos más amplio el horizonte, cierto; pero cada vez con menos nitidez.
Así sucede en el campo del conocimiento y de la Fe; tengo siempre mi máximo respeto hacia  todo el que no piensa o no siente lo mismo.

¡Cómo no recordar, en mis momentos de tal recogimiento, a nuestro viejo conciudadano y sabio Maimo0nides?  (Nació en Córdoba, en el año 1.135/y/murió el 1.204, en  El Cairo); sus obras merecen ser leídas.
El gran Maestro del pensamiento: nacido cordobés,  formado y forjado en la fragua de las Tres Culturas reinantes en la España de su vida, al calor, en grado máximo de fundición, proveniente de las brasas culturales de las convivencias humanas medievales de su tiempo, la España  Judía, Islámica y Cristiana; estas culturas, como cualquier otras, dejaron por doquier sus huellas en almenas, torretas y atalayas, en lo socio-político-militar, y  sus bellas Catedrales, Sinagogas y Mezquitas, en lo religioso, y  en su cotidiana convivencia: todos vendían y compraban los productos necesarios en cualquier mrecado, sin fronteras; basta pasear y comprobar por las recónditas callejuelas del Toledo   actual, para cerciorarse de que judíos, cristianos y árabes compartían en menos de un kilómetro cuadrado todo cuanto todos tenían y necesitaban. ¡Cuánto echamos de menos momentos así!
Nuestro recordado Maimonides, como tantos otros vivieron esta hermosa como paradisíaca realidad humana.
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Publicado el 01/06/2.012

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