jueves, 14 de junio de 2012

COLOR, BLANCO Y NEGRO, 1

De niño a  joven y mayor.

En el tiempo de mi infancia no había televisión en color, ni en blanco y negro; todo el
color estaba sólo en la naturaleza viva y directamente contemplada; la vida era en color.
 A finales de Septiembre del año 1.939 empecé a vivir en la cortijada de Malagón a la
que se trasladaron mis padres, hermanas  y hermanos, para trabajar una finca de labor,  
media  tercera parte de la cortijada; las tres fincas de Malagón eran atendidas por seis
familias de labradores; allí viví hasta primeros de febrero de 1962, en que salía rumbo a
Perú como Misionero, Sacerdote cedido por el Obispo de Guadix (Granada) a la
Arquidiócesis de Lima y bajo la autoridad del Cardenal Juan Landázuri Riquet, a la
sazón Arzobispo de Lima y Primado del Perú; allí terminé mi Licenciatura en Teología.

Justo al lado del cortijo Malagón había un cerro que desde muy niño llamó mi atención
de forma singular; era para mí como un talismán sagrado que me atraía  y sugería unos
deseos incontenibles de visitarlo, pisar sus laderas, oler sus aromas a tomillo, romero,
bojas, encinas, retama, madreselva  y te de roca, tan abundantes en sus laderas y en las
rocas de su cima. 

Cuando apenas contaba seis años, viajando con mi madre de Tarifa a Malagón, pude ver
cómo en la cima del cerro salían humo y llamas, con la particularidad de que en aquel 
lugar no se veía persona alguna; aunque dicha visión no tuvo consecuencia alguna, me
impactó hasta el punto de dejarme marcado para siempre y hasta hoy.   

El día 5 de noviembre de 1961 oficié mi segunda Santa Misa, ya como Sacerdote recién
ordenado, y elegí aquel lugar físico y psicológicamente tan atractivo para mí por su
carga sagrada. Concebí entonces la idea de llegar a construir allí una ermita dedicada a
la Virgen de las Nieves, por razones de gratitud y honor a la persona dueña entonces del
expresado cerro, altar y fortaleza durante miles de años que sus peñas han sido testigos
y cumbre espiritual de tantos seres humanos que desde la Prehistoria hasta nosotros han
y hemos vivido el misterio de su cumbre.



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