martes, 12 de junio de 2012

HISTORIAS NOVELADAS, XXXIV

I.- Aventuras del pequeño Filos
I.-34.- Entre la India y China.

Mamá, a mi pregunta ¿dónde vives ahora?  respondió con voz angelical:

“Ahora vivo contigo; me dedico a viajar por todos los planetas habitados de las Galaxias que hay en los límites próximos en torno a la Galaxia Vía Láctea, según el orden en que se precisan mis servicios; eso ahora no viene a cuento,; ahora, tu me necesitas, y yo te necesito a ti; después yo estaré en otro lugar y tu yamién, juntos o tal vez separados fisícamente, porque espiritlamente estaremos ya siempre unidos."
Yo, como en tantas otras ocasiones, no me enteraba casi de nada; pero me sentía agusto.

Mamá llamó mi atención:

“Escucha y ve algo que sólo se vive en este lugar, único en el Planeta Tierra”.

A continuación, una vez en nuestra nave, nos dirigimos a un territorio cercano y sobre volamos una gran población de chavolas donde vivían muchas gentes que parecían inmensamente pobres y desnutridas; mamá alzó sus brazos y manos sobre la ciudad, que por cierto se llamaba algo así como Cal..cu..la o... Calcuca ...o..sí: Calcuta; toda la gente se movió hacia un río, que tenía las aguas como turbias; la gente pescaba, se bañaba y rezaba; era como si mamá les hubiera dado de comer a todos; el nombre del río, creo que también lo recuerdo, se llamaba Gánges, o algo así.

Luego, estábamos  volando sobre una montaña en cuya cima se veía un monasterio, que emitía unos sonidos y voces espirituales, que te impedía hablar, mirar hacia otro lado ni oir cosa alguna que no fuera aquella música celestial y sobrenatural; tras unos minutos de quietud, recogimiento y gozo interior, mamá y yo, sin darme cuenta de lo que estaba sucediendo, habíamos salido de la nave y así, como trasparentes entramos en el claustro del monasterio, santuario, templo y experiencia de una felicidad extraña , que yo jamás antes había tenido; llegué a pensar que podría ser el cielo, la gloria, de lo que mis papás me habían hablado de pequñito; mi mamá me susurró al oído:

"Estos monjes son budistas y estamos en la cima del Monte Tíbet, uno de los lugares más espirituales de la Tierra.”
Era tal la sensación de felicidad, que no apetecía que pasara el tiempo ni marcharse de Allá.
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