martes, 12 de junio de 2012

FRAGMENTOS DE TODA UNA VIDA, 22 .


Ante un futuro incierto?

“Que un Emmo. Cardenal te escoja para una misión pastoral de una proyección Arquidiocesna y nacional, significa que ya tienes el futro  resuelto y asegurado, como miembro de la Jerarquía de la Iglesia Católica;” palabras textuales del Padre Úlpiano.
Este hecho  iba a ser para mi un motivo de preocupación permanente a la hora de tomar iniciativas de vida futura acordes con la trayectoria trazada en mis objetivos teológicos  personales, pastorales y eclesiales.
Lo que había ya conocido dentro de la vida eclesial, no coincidía del todo con mis planteamientos y las aportaciones con que deseaba servir a la Iglesia que Jesucristo había fundado. SEGÚN EL EVANGELIO.
Tenía la sana impresión de que a lo largo de estos VEINTE siglos de tantas luchas, discusiones, herejías, conflictos y condenaciones doctrinales, debilidades y abusos de poder, manipulación frecuente del Evangelio, errores y aciertos sin reconocer, abundantes corrupciones de vida y autoridad.
 Todo ello junto y muchas cosas que, al menos entre nosotros, los que nos empeñamos a VIVIR EL EVANGELIO AL DESNUDO, no son ni comprensibles  ni aceptables.
Ordenado Sacerdote en pleno desarrollo del Concilio Vaticano II bajo los aleteos del Espíritu Santo, (el de la convocatoria sorpresiva de “abrir la ventana con el fin de que entre el aire fresco a la Iglesia” /que dijo en su día el PAPA BUENO, que ya había notadoe el olor a podrido cuyo ambiente ya  se había vuelto irrespirable e inhabitable/), había producido en mi ser la inquietud sincera y definitiva de “VIVIR EL EVANGELIO” a fondo; por encima de cualquier otro interés humano, social y eclesiástico.
Estaba convencido de que los nuevos hombres de la primitiva nueva Iglesia, nacida del Vaticano II, había desaparcado para siempre la verticalidad de sus prácticas clericlales, para abrirse al diálogo sincero, a la hora de PONER AL DIA la verdadera iglesia al desnudo que Jesús nos dejó al pie de la Cruz en el Calvario.
Estaba ilusionado de llegar a contemplar a Jesucristo saliendo otra vez del Sepulcro, (se lo había prestado su amigo de Arimatea), Vivo y Resucitado para recorrer de nuevo los caminos de la Tierra, con la verdad  y libertad como bandera de este nuevo amanecer de santidad y autenticidad de vida consagrada en el:
AMOR, la  GENEROSIDAD y la COMPRENSIÓN,  en las relaciones humanas de todos los hermanos miembros vivos del Cuerpo Místico sin distinción de razas, ideas y otras diferencias y costumbres.
Estaba esperanzado en ver hecha realidad la palabra paulina de que “Dios quiere que TODOS se salven y vengan al conocimiento de la Verdad”; es todo un ideal de vida consagrada desde la vida misma.
Había muchas cosas que yo deseaba decir, hacer y escribir en defensa de esta nueva situación que las noticias del Concilio nos iban a seguir trayendo.

No era el momento de negarme a algo que, según mi sincero criterio, era la voluntad de Dios para mi en esas circunstancias.
Preparé mis cosas, y me dispuse a obedecer y viajar “con mi música a otra parte”.

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