Un
señor mayor, al que saludé cuando el estaba pescando en
una pequeña cala al sur
de Hanga Roa y cerca de Rano Kau
en la punta suroeste de Rapa Nuí y
muy próximo a la
plataforma de las celebraciones y concentraciones de los
antiguos habitantes y fabricantes de los moáis.
“¡Buenos
días, senor pescador!”- dije -.
El
me respondió:
“Buenos
días, padre; ha madrugado ud.mucho”
“Me
gusta ver amanecer; y más en un sitio como este, tan
lleno de misterio y
atracciones naturales” – le expliqué -.
Él:
“Este pueblo no duerme; llevamos toda la vida vigilando
nuestras playas,
nuestros mares, nuestros cielos; las cosas
han cambiado mucho en estos tiempos;
cuando era yo un
“mocoso”, mi padre me decía que aquí no nos está permitido
ni
parpadear; hay que mirar hasta debajo de las piedras”.
Yo:
¿Qué edad tiene usted, si no es molestia?”
Dijo:
“¡uf...!, yo nací en el año 1.887; si hacemos la cuenta; estamos
en 1.963, pues ya he cumplido ...76 añitos, y ...¡ya me ve!”
Si este hombre había nacido en esa fecha, su
abuelo tenía que ser del tiempo en
que el belga señor Roggewen, descubridor de Rapanui, el día 5 de abril de
1.722,
que era Domingo de Pascua
de Resurrección, por lo que le dio ese nombre. y
terminé mi reflexión preguntando a mi, ya viejo amigo
interlocutor:
“Entonces sus abuelos conocieron al moderno descubridor
europeo que les
encontró!”
encontró!”
“Mejor no lo hubiera hecho – interrumpió, un tanto enfadado,
el viejo pescador -;
mi padre se quejaba siempre, por que según mi abuelo, el padre de mi
padre, era
natural de Te Pito, ¿no ha estado usted, padre, en el norte de la Ísala ?
Tiene que ir, porque es el punto principal de la
tierra rapanuí, de allí procedía mi abuelo y antepasados;
los que antes habían
llegado de la Isla polinesia de Hiva... Bueno si tiene usted tiempo venga mañana
temprano y le contaré una hermosa y linda historia familiar que le va a gustar”.
llegado de la Isla polinesia de Hiva... Bueno si tiene usted tiempo venga mañana
temprano y le contaré una hermosa y linda historia familiar que le va a gustar”.
Acababa de picar un tremendo pez de más de cinco kilos,
según dijo, lo que
distrajo al buen hombre; se dedicó a su faena, le ayudé a moverlo hasta colocar
el hermoso pescado sobre el portaequipaje de su bicicleta, volvimos juntos
distrajo al buen hombre; se dedicó a su faena, le ayudé a moverlo hasta colocar
el hermoso pescado sobre el portaequipaje de su bicicleta, volvimos juntos
hasta la entrada de Hanga Roa, en que cada uno nos dirigimos
a nuestro destino.
Copihue, Flor Nacional de Chile
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