Al bajar de la Colina y empezar a callejear de camino a
mi hotel situado justo en frete del Quirinal, me
sorprendió ver una calle que ofrec´ía un aspecto
diferente.
Tooda ella estaba convertida en terraza, con muchas
macetas; las mesas vestidas de restaurante preparadas
para cenar; lo que más me llemá la atención, fue el
especial atractivo que ofrecía la linda y curiosa
iluminación que sin ser elctrica, daba un tono especial
y un vetusto aspecto de siglos imperiales y cristianos
primitivos.
Las paredes estaban adornadas con antorchas prendidas
en toda su extensión, y había un claro y agradable aroma
de aceite quemado.
en toda su extensión, y había un claro y agradable aroma
de aceite quemado.
El copioso público, de aspecto elegante, casi llenaba
las mesas; como encontré sitio en una de ellas, me senté
dispuesto a cenar y disfrutar de aquel ambiente tan
bonito, romántico y tan romano.
las mesas; como encontré sitio en una de ellas, me senté
dispuesto a cenar y disfrutar de aquel ambiente tan
bonito, romántico y tan romano.
En seguida comenzaba el servicio de platos, ocupando
las mesas con exquisitos manjares de aspecto riquísimo.
las mesas con exquisitos manjares de aspecto riquísimo.
De pronto sonó una maravillosa melodía anunciando la
llegada de los afortunados anfitriones de aquella
extraordinaria cena/banquete: una pareja de novios
recién casados entraba entre calurosos aplausos de los
apuestos comensales, entre los que me encontraba,
desde ese preciso momento, confundido y avergonazado
por mi crasa e inocente erronea equivocación.
llegada de los afortunados anfitriones de aquella
extraordinaria cena/banquete: una pareja de novios
recién casados entraba entre calurosos aplausos de los
apuestos comensales, entre los que me encontraba,
desde ese preciso momento, confundido y avergonazado
por mi crasa e inocente erronea equivocación.
Como ya no había remedio, opté por seguir el juego y
cenar agusto y resueltamente de aquella imprevista
comida de una boda a la que no estaba invitado; habría
sido peor hacerme ver entre tanta solemnidad.
cenar agusto y resueltamente de aquella imprevista
comida de una boda a la que no estaba invitado; habría
sido peor hacerme ver entre tanta solemnidad.
La ensalada, adornada y sazonada con una crema
deliciosa y un plato con una especie de finos y copiosos
escalopines acompañados de una salsa verde, dorada
deliciosa y un plato con una especie de finos y copiosos
escalopines acompañados de una salsa verde, dorada
y sabrosa, tomando de postre una semitarta de
queso
sobre un delgado bizcocho con fresa y arándalos que
tomamos acompañado de un café esquisito italiano.
¡Ttodo un éxito nupcial!.
sobre un delgado bizcocho con fresa y arándalos que
tomamos acompañado de un café esquisito italiano.
¡Ttodo un éxito nupcial!.
Entendí entonces que
no me tenía que arrepentir de
haberme equivocado; en este momento no cabían
lamentaciones.
Mi error en el momento de sentarme, pertenecía al
puro pasado, cuando me senté a la mesa pertenecía
a una historia ya olvidada..
haberme equivocado; en este momento no cabían
lamentaciones.
Mi error en el momento de sentarme, pertenecía al
puro pasado, cuando me senté a la mesa pertenecía
a una historia ya olvidada..
"A lo hecho, pecho" - me dije -; arreglé el entuerto,
metiendo 1.500 liras en un sobre, y felicitando a los
novios, dando además un beso a cada uno de ellos,
mientras les decía:
metiendo 1.500 liras en un sobre, y felicitando a los
novios, dando además un beso a cada uno de ellos,
mientras les decía:
“FELICIDADES, CARÍSIMI”; BONA SERA”
Nadie dijo cosa alguna; creo que nadie se dio
cuenta
de mi inadvertida intromisión.
de mi inadvertida intromisión.
Logré
lo que pretendía: descansar y sentirme agusto;
lo de la boda fue algo inesperado y me ayudó a dormir
como un ángel.
lo de la boda fue algo inesperado y me ayudó a dormir
como un ángel.
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