jueves, 19 de abril de 2012

DIALOGOS EN EL VATICANO, II


Paseos por Roma, 1

Como tengo prometido a mis lectores/as, estos 
citados DIALOGOS, no serán publicados, 
mientras no sean solicitados por algunos de los 
seguidores del Blog, por motivos de prudencia, 
por respeto reverencial debido a nuestra Santa 
Madre Iglesia Católica.

Quedan incluidos, en mi ánimo personal, todos  
los sectores de diversas Instituciones y personas 
que tienen algo que decir y opinar en la materia
del posible debate a que puede dar lugar, y quepa 
la libertad de la recta intención y fundamentada 
intervención opcional.

Aunque no es un secreto para nadie y, por tratarse 
de un tema de contenido religioso, disciplinar, 
teológico, pastoral y moral, estando  en la frontera 
misma de la sana y necesaria  investigación, es la 
misma Iglesia la que tiene siempre la  última y
definitiva palabra; tal es mi punto de vista.

También en el terreno de toda investigación, muy 
en especial en materias relacionadas con la Sagrada
Teología, somos cuidadosos al máximo con la 
Palabra, La Tradición, el Magisterio y la Autoridad 
del Papa, como Vicario y el Vínculo de Unidad con 
Jesucristo, Cabeza de todo el Cuerpo  Místico y 
Universal, que es la Iglesia, a la que con amor nos 
adherimos, sinceramente, sin reservas, todos los que, 
humilde. alegre y libremente, deseamos ser fieles 
hijos, durante toda la vida y hasta la muerte.
  
(El tema será del conocimiento de todos, cuando haya lecyores/as, cuyo
interés se haga manifusto en las páginas de este Blog.)

Hecha esta aclaración, fundamental para mí respecto 
a todos vosotros/as, y aprovechando mi estancia en 
esta Capital del Mundo, antiguo, moderno y actual, 
me programé lo mejor que pode el tiempo libre, que 
me dejaba la estricta atención a los diálogos con la 
Comisión Pontificia, las visitas más atractivas para 
mi y aprovechar esta ocasión tan maravillosa, como 
tantas otras de mi vida a lo largo y ancho del Planeta.

Tres días, callejeando en Roma, dan para mucho :

   Dediqué el primer día a pasear simplemente por
las calles antiguas de la ciudad; descubrí el encanto 
de poder comer una pizza en casi todas las esquinas 
y plazuelas con toda su variedad y sabor; uno puede
comer mejores pizzas en cualquier lugar del mundo, 
pero las de Roma tienen un toque especial; saben muy
diferentes a todas las demás.

Llama poderosamente la atención la cantidad de 
fuentes, pegadas a la pared de cualquier punto 
ciudadano, en que puedes beber el agua fresca y limpia 
que, por expreso deseo del Santo Papa Pío X, están 
sembradas con su nombre por toda la Ciudad; digno de 
gratitud; ver el monumento sencillo, pero significativo, 
de la "Loba que vive amamantando" a los fundadores 
de Roma, los niños Rómulo y Remo”, símbolos de la  
 maternidad animal y la dependencia vital de los seres 
humanos necesitados de amor, cualquiera sea su origen;

Contemplar el magnifico y grandioso monumento al 
pequeño (según su estatura)  Víctor Manuel II que con 
las fuerzas liberales logró a lo largo del siglo XIX la 
Unificación de los distintos estados del gran territorio 
nacional italiano, incluído el Estado Vaticano de Pío IX.  
Dedicar una hora a la Fontana de Trévi, con monedita 
incluida,  la fuente más hermosa de Roma y una de las 
más bellas y famosas de todo el mundo, diseñada por
León Bautista Alberti y realizada por el Papa Clemente
XII; es difícil ver, entre las obras del barroco,  una cosa 
igual por su grandeza ( 26 x 20 metros), el agua hecha
 arte y la expresividad de sus colosales  caballos marinos.           
  
Visitar la Embajada española, su pintoresca Plaza y subir 
la escalinata hasta el templo de la Santísima Trinidad 
sobre la Colina Quirinal; es una bonita y trabajosa 
experiencia que no se olvida jamás; dediqué la tarde  a 
visitar la Plaza del Pueblo y los alrededores del Castillo
 de Sant Angelo, tras atravesar el puente, y pasear luego 
en una pequeña embarcación a lo largo del Río Tíber   
hasta  una parada cercana al Vaticano; cenar unos ricos
espaguetis en un restaurante popular de una callejuela 
vecina, oyendo las discusiones familiares y cariñosamente 
ruidosas sobre la política del momento italiano;
  
Ya cansado, finalicé el día tomando un autobús urbano 
que me llevó hasta la Plaza del Quirinal donde me 
hospedaba en el Hotel Hesperia, y dormí como un tronco 
hasta las 10 de la Mañana del día siguiente;

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