Estamos ya llegando en el tren que nos ha traído
con su “cha ca cha” desde el Cuzco al pueblecito
de Aguas Calientes, al pie mismo de la Ciudadela
de Machu Pichu, una vez repasadas varias razones
de la construcción de uno de los edificios del
Planeta Tierra de más rango arquitectónico, pues,
aparte de lo que tiene de grandioso y bello, hay
que añadir que ningún otro en el mundo tiene
mayor dificultad, atendiendo exclusivamente a lo
bravo y arriesgado del lugar en que está tan
estrategicamente emplazado.
Cuando nos apeamos del tren, antes de cruzar el
rio, nos dirigimos a un pequeño autocar en que
atravesamos el puente
colgante, que se mueve a
nuestro paso como si fuera un flan, lo que produjo
mucho miedo a yodos;la gente se pusi a gritar de
miedo, y no oía las palabras tranquilizasoras del
guía,; todos pemsaban lo peor.
Luego, el microbús (si fuera más grande no podría
pasa por un puenta tan angosto); y el muy pequeño
autobus comienza a subir por una carretera/camino
con un trazado en “cis zas, que recorre los once
kilómetros para cubrir la distancia de un solo
kilómetro real que tiene la ladera desde el rio hasta
el Parador de turismo a mínima distancia de la
entrada en la bellae impresionante Ciudadela sagrasa.
Con tales distracciones, a primera vista, el turista no
se percata dela presencia magestuosa e imponente de
ese gohante y safraso monte que con sólo verlo te
cambia la vida para siempre.
nuestro paso como si fuera un flan, lo que produjo
mucho miedo a yodos;la gente se pusi a gritar de
miedo, y no oía las palabras tranquilizasoras del
guía,; todos pemsaban lo peor.
Luego, el microbús (si fuera más grande no podría
pasa por un puenta tan angosto); y el muy pequeño
autobus comienza a subir por una carretera/camino
con un trazado en “cis zas, que recorre los once
kilómetros para cubrir la distancia de un solo
kilómetro real que tiene la ladera desde el rio hasta
el Parador de turismo a mínima distancia de la
entrada en la bellae impresionante Ciudadela sagrasa.
Con tales distracciones, a primera vista, el turista no
se percata dela presencia magestuosa e imponente de
ese gohante y safraso monte que con sólo verlo te
cambia la vida para siempre.
Un descocido y extraño respeto se apodera del espíritu, como veremos
en fechas próximas,
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