martes, 3 de abril de 2012

"AMOR DIVINO Y HUMANO"


 Pregunta con todo respeto a todos.

Vivir el amor conyugal con la mente 
puesta en Dios y en los hijos que Él 
nos ha llamado a engendrar, es una 
misión sagrada para la que son 
llamados los seres humanos, mujer 
y hombre, que contraen Matrimonio 
por su vocación personal.

Superado el digno complejo de la 
virginidad, 

(la virginidad perfecta, la que, junto 
con la caridad, es la JOYA más 
hermosa de todas las que adornan 
la diadema de la Iglesia), 

conservada hasta el propio 
Matrimonio, es un deber divino 
poner los medios adecuados para 
culminar y cumplir el mandato 
que nos conduce a la paternidad.

Cuando se vive desde dentro esa 
realidad sexual humana, uno 
comprende el nítido y verdadero 
valor de la vida  compartida y
vivida en la intimidad de la alcoba, 
y en la realidad diaria de la calle, 
del trabajo, de la familia, de los 
vecinos, amigos, alegrías y miles
sinsabores que acompañan cada
segundo y lugar concreto de nuestro
andar cotidiano, en que no hay 
tregua para el cansancio, la rutina,
el aburrimiento y el dolor.

De todo esto están libres los célibes.

De ahí procede la Felicidad de los 
casados, compajinada, merecida y
proporcionada a su grado de total
y mutua Fidelidad conyugal.

Amor humano vivido a tope.


Dios instituyó, desde el principio 
mismo de la Creación, la necesidad 
de la:

UNIÓN DE HOMBRE Y MUJER 
PARA TENER HIJOS, RENOVANDO 
LA MISMA CREACIÓN Y EVITAR 
EL PELIGRO DE LA SOLEDAD.

El Matrimonio es así, el más poderoso 
antídoto del egoismo.


“No es bueno que el hombre esté solo”,
 -dijo Dios-.

Se descubre la grandeza del Amor 
Divino, presente y vivo en el Amor 
Humano, que Jesucristo valoró al 
máximo, escogiendo a la mayoría de sus 
Apóstoles que, siendo los llamados a
continuar su Obra Redentora en todo el 
mundo y hasta el fin de los tiempos, 
eran casados, entre ellos el primer Papa 
de la Historia de la Iglesia.

Que difícil es convencerse y convencer
de lo contrario. 

A estas alturas de la Gran  Epopeya 
Humana que habita la tierra, la voluntad 
de Jesucristo, Dios Eterno que se hizo 
Hombre en el tiempo y el espacio real 
de nuestro mundo, dejó bien claro y 
abierto el camino y la norma suprema 
del comportamiento de sus fieles hijos. 

Así lo quiso El, y así lo hizo.

Por Él,  en Él y con Él, sus Apóstoles y 
fieles seguidores ponen todo su Amor 
delante y por encima de la esposa, padres, 
hijos, hermanos, amigos y cualquier otro 
interés, para vivir el Sacerdocio y el 
ministerio de la Gracia y la Salvación que 
predicamos en su nombre con nuestra vida 
más que con nuestras palabras; sin reparar
en el estado, célibe o casado,  de los que El
llamó y sigue llamando hasta hoy, porque
tanto en un estado como en otro, ambos son
queridos por El, la llamada es universal y en
ambos casos válida para para la virtud.


¿¡POR QUÉ ALGUIEN SE EMPEÑA Y 
QUIERE VER Y PONER PECADO 
DONDE ÉL ( infinita sabiduría y bondad)
QUISO, 
VIÓ Y 
PUSO 
LA GRACIA, 
LA VIDA 
Y LA SANTIDAD!?  

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