Durante los viajes, los descansos, las comidas y meriendas,
desayunos y paseos,
me interesé por esa ciencia popular que pasa desapercibida si no se tira de la
lengua a las gentes
sencillas e inocentes del lugar; no pasa sólo en Rapa Nuí,
sino en todos los
pueblos del mundo; basta adoptar una actitud de oyente
interesado y paciente, sin prisas ni preguntas inoportunas.
Yo aproveché el tiempo y la palabra de la gente, logrando narraciones
sorprendentes, de las que quiero contar
las que me parecen de mayor chispa e
interés; las hay blancas, amarillas,
rojas, verdes, azules y negras:
No cabe dudar de su carga imaginativa, pero la pena gente cuenta estas cosas
suponiéndolas veraces.
Pongan ustedes el color a cada una.
Mis impresiones siguen revoloteando en mi memoria hasta el
punto de haber
soñado algunas de ellas. Rapa Nuí es un lugar ideal para soñar.
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1ra.: Almas en pena.
La penumbra dolorida,
bajo las sombras rocosas
de Te Pito acantilado;
cuando el sol le da la espalda,
es el agua nacarina,
en las playas del nordeste,
que ya parece azabache
bajo la tarde escondida.
Ya aparecen los fantasmas,
que duermen mientras vigilan,
las llegadas imprevistas,
de duendes sobre la Isla
que invaden cual navegantes.
Se acurruca la viejita,
temiendo el anochecer;
se recoge el marinero
y el prudente pescador;
las aguas del Océano
Pacífico
amenazador,
por lo inmenso,
lo terrible
de su grandeza profunda,
anchura en su latitud,
y el meridano sin fin,
del Polo Norte hasta el Sur.
Lloran los niños de pecho
y la cauta juventud,
porque magos
escondidos
les acechan por doquier,
escondidos en rincones
de altares, ya profanados
sin temor, miedo ni fe.
Las almas de muchos muertos,
que no llegaron al Cielo,
andan de acá para allá,
buscando la paz perdida,
por la traición y el rencor
que les destrozó la vida.
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