viernes, 27 de abril de 2012

FRAGNEBTOS DE "TODA UNA VIDA", 11

LA CASA DEK BLANC Y EL NEGRO, 2
Cuando volví del Perú fui a visitar el lugar y, acompañado del entonces
Sacerdote de la Parroquia de Venta Quemada Don Fernando García
Corral, compañero mío desde el Seminario Menor de Guadíx y Mayor
de San Torcuato en Granada, celebramos la Santa Misa en la peña
superior oeste en la cima del cerro, signo y seña de mi vida humana y
sacerdotal. Era el altar de mis sueños. Ya pude experimentar esa
sensación al oficiar una Misa en el altar sagrado de las ruinas de Machu
-Pichu, algo que hoy en día sería imposible.

El mundo en España tenía ya Televisión en color, pero en mi tierra natal
todo seguía siendo en blanco y negro. Mas toda la naturaleza seguía
siendo contemplada en directo y en color.

En mi casa el blanco y el negro seguían vigentes en lo artificial, pero
guardaban los recuerdos reales del mundo en color tal cual es.

Durante mis viajes de muchos miles de kilómetros, había conocido los
paraísos del Caribe, los paisajes de esmeralda en torno al Maracaibo,
había sobrevolado por las rutas del cóndor sobre el Titicaca y los techos
de América de Sur; había visitado sobrecogido las puestas de sol de la
Polinesia desde los los ojos misteriosos de los Moáis de la Isla de Pascua
o Rapanuí ; había vivido entre los muchos araucanos que sobreviven ( a
pesar de lo que pensó y escribió nuestro iluso antepasado Pedro de
Valdivia, creyendo que él había eliminado al último aborigen) en las
actuales riveras del Mapocho junto a la Pontificia Universidad Católica de
Santiago de Chile, en la que tuve la suerte de estudiar durante un año de
especialización en la divina Ciencia de la Sagrada Teología; había
contemplado desde el aire y tocado con mis manos los míticos y
gigantescos signos del desierto de Nazca, los ancestros culturales pétreos
del mundo andino con sus santuarios incas de Machu Pichu y el basto
Imperio del Tahuantinsuyo y vivido durante años en el místico Pachacamác
en el Valle Sagrado de san Pedro de Lurín, donde había bautizado, casado,
confirmado,  ungido y también bendecido las tumbas de cientos y miles de
personas, y había sembrado en todos sus rincones las semillas de la Fe y el
Amor de Jesucristo Redentor, Dios eterno hecho Hombre en el tiempo; 
predicado como misionero el Evangelio, a toda clase degentes y personas en
el amplio territorio (diez veces la Comunidad de Madrid) en Sierra
o costa...

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