Otro recuerdo imborrable es el que conservo de Ecuador.
El vuelo desde Bogotá a la ciudad de Quito, resultó algo diferente
hasta ahora; el piloto de Aire France se quiso lucir cruzando las
altas cumbres; se dedicó a volar haciendo piruetas, así como
suena, haciendo ciertas gracias, que provocaron una más que
ruidosa protesta de todos los pasajeros: “cuando lleguemos a tierra
le denunciaremos por temerario; para jugar hágalo usted, cuando
vuele solo; tenga un respeto a los viajeros que hemos tenido la
mala suerte de que sea nuestro piloto un loco suelto”.
Y otras palabras malsonantes que es mejor no repetir.
Teniendo en cuanta que es un país andino, y cuenta con alturas
importantes, donde se localizan las zonas de volcanes tan
nombrados como el Chimborazo y Cotopaxi, entre otros, a lo que
hay que agregar el paso geográfico del paralelo 0,0 de
altitud/longitud del planeta.
Con este amasijo de ingredientes, la digestión perdió su natural
proceso, y no faltaron los vómitos de muchos y los mareos de todos;
a mi. se me reventaron las venas de la nariz y, ante la gran cantidad
de sangre de la hemorragia producida, necesité ser atendido por el
servicio sanitario de la compañía; lo que produjo una alarma
general que obligó a la tripulación y al gracioso piloto galo, a pedir
disculpas a los agredidos y muy enfadados viajeros.
Quito es una bella ciudad entre colonial y moderna, como tantas
otras de América.Es la típica “casa de todos” donde el visitante se
encuentra a gusto y como en su propia casa.
Algo que llamó mucho mi atención, fue el descubrimiento de la
sociedad mixta en su salsacallejera y en su Plaza de Armas, con sus
trajes típicos quechuas andinos e incas indígenas, mezclados con los
“cholos” (o mestizos) junto a otros de origen extranjero, inmigrantes
llegados de distintas partes del mundo vestidos como occidentales
normales.
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