sábado, 28 de abril de 2012

FRAGMENTOS DE "TODA UN VIDA", 13


La parada en Venezuela y aeropuerto de Caracas,  
me permitió conocer por unas horas la pujanza de  
un país riquísimo, democrático y de un ancestral  
amor a la Madre España. 
 
Durante los años de formación universitaria de  
Filosofía y Teología en la ciudad de Granada, un  
joven seminarista caraqueño, residente en nuestro  
Seminario, no parecía carecer de nada, mientras  
nosotros, anfitriones, “las pasábamos canutas”,  
como suele decirse.
 
 Como en tantos otros países del mundo, el pastel de  
los bienes nacionales están repartidos de forma que  
el setenta y cinco por ciento está en manos del  
veinticinco por ciento de sus habitantes, mientras el  
setenta y cinco por ciento de la población tiene que  
conformarse con el veinticinco por ciento de los  
bienes; por lo tanto, una minoría nada en la  
abundancia y la mayoría está pasando hambre.
 
Percibí que el país entero olía a petróleo e inmensas  
riquezas agrícolas, mientras sus  masas populares  
emitían olores de pobreza; y pensaba en mis adentros:
 
    ¡ CUANTA ESPERANZA DORMIDA !
 
 
 
 

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