martes, 7 de marzo de 2017





A.Q.C., 0965. ASÍ OCURRIÓ. 07. 7III-2017:

Aprovechando los días de vacaciones navideñas, me desplacé a Granada.

Habían transcurrido 6 meses, entre matrículas y mensualidades, nuestros  ingresos eran los siguientes:

50 alumnos:

A. INGRESOS por alumno:
-       Matrículas( 50 Pesetas, c/u)………………………2.500 Pesetas
-       Mensualidades ( 150  “, c/u)………………………7.500  
Total Ingresos…………………………………..>10.000    “ Mensuales

B. GASTOS mínimos por trabajadores y alquiler:
- 1.000  Pesetas por persona……………………………….3.000 
- 80 metros cuadrados de local……………………………12.000  “ Mensuales
- Un mes de fianza/a devolver/……………………………12.000
            Total gastos mínimos……………………………>27.000 

C. DIFERENCIA acumulada mensual…………………………>-17.000 Pesetas

Conclusión a la vista:
Si aplicamos estas cifras a los seis meses transcurridos, son: -102.000 negativos.

Era evidente que el Centro Educativo, un bebé de seis meses, no resultaba ser tan rentable como para dormirse en los laureles; se imponía una economía de guerra, contra el hambre y contra el fracaso empresarial de nuestros sueños.
Mi viaje a Granada, tenía como objeto dar un abrazo al hombre que, desde su ser de rico terrateniente andaluz, había pagado todos mis estudios, de Bachillerato, de Filosofía y Teología en el Campus Universitario de Cartuja la Nueva..
   Conocedor de su generosidad, otorgando sus donaciones a las Instituciones, subscribiendo Becas de estudio y repartiendo su riqueza y heredades entre las gentes necesitadas, estaba esperanzado en conseguir su colaboración.
Le encontré, viviendo con su esposa, en un apartamento, en el interior de un convento de Religiosas, costeado por él, a cambio de envejecer y morir ambos, atendidos por la institución, ya que ellos no tenían hijos ni herederos directos; tras un fuerte y caluroso abrazo, que duró varios minutos, el matrimonio me invitó a hospedarme en su casa y me dijo, no sin dificultas, debido a que padecía de un cáncer de garganta:

“Llegas en un momento providencial, según los facultativos, me quedan menos de 30 días de vida; ya que tu eres como un hijo para nosotros, te ruego que me dediques un tiempo para prepararme a morir dignamente, con paz espiritual, ayudándome en el arrepentimiento u perdón de mis pecados; nosotros pagamos tu carrera sacerdotal y es justo que tu nos atiendas; ahora soy yo quien te necesita.”

Los quince días de mi permanencia con mis bienhechores,  fue una de las experiencias sacerdotales más hermosas, aleccionadoras y satisfactorias de mi vida. 

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