lunes, 20 de marzo de 2017


AQC, 0974,  lunes, 20--III-2017
ASÍ OCURRIÓ, 14

Guardé el sobre en el bolsillo, para abrirlo cuando llegara al colegio, evitando que nadie supiera cosa alguna de esta delicadeza providencial que, sin saber su cuantía me había alegrado, tan generosamente el día; pasé la mañana en las clases de la Universidad, volví a comer con mi familia, impartí clases a mis alunn@s, de Primaria y Adultos de  la tarde y noche, cenar en casa y, con tanto ajetreo y constante compañía, me eché a dormir para recuperar tanto sueno. cansancio y sufrimiento acumulado.

Recordé, al despertar, que tenía en el bolsillo un sobre, lo abrí, pensando en el donativo modesto que aquella buena mujer, a la que sólo  conocía por la voz, me había dado ´los escasos ahorros de que disponía: vinieron a mi imaginación otras mujeres que, en otros tiempos hicieron algo parecido que ahora esta hacía por mí; aquel puñado de harina,  con el que una mujer, viuda y pobre, alivió el hambre de Elías, el profeta de fuego, en Sarepta;  o aquella otra, que depositó la única monedita, que le quedaba para comer, en la bolsa de las ofrendas y  los ricos echaban grandes cantidades de lo que les sobraba; la historia está llena de  “ricos Epulones”, que banquetean  y despilfarran, mientras al pié de su mesa, el “pobre Lázaro” espera a que caiga un migaja de la mesa.

Lamento haber prejuzgado a la anciana y a los adinerados de forma colectiva, por aquello de que “es más difícil que un rico entre en el reino de los cielos que un camello pase por el agüero de una aguja.”

No podía creer lo que veían mis ojos; en aquel sencillo sobre, sin pegar, ni firma, había CIEN MIL PESETAS, de curso legal que. en aquellos años, era mucho dinero, y. en mi caso y circunstancias, suponía la salvación de mi recién nacido Colegio en que podrían seguir escolarizados mis alumn@s, aunque muchos no podían pagar su recibo mensual.

El  sobre se quedó vacío aquella misma tarde; la calle Antonio Méndez, ya estaba asfaltada; el constructor, sus hijos, y yo, olvidamos las palabras acaloradas u salidas de tono, cuando se contaron, uno a uno, los cien billetes y tuvieron la gentileza de reducir la deuda al darla por pagada en su totalidad, cuando la deuda ascendía,  ya a las  ciento veintiséis mil; debieron pensad, que yo habría  pedido, aquel dinero, al banco o a un amigo.

Mientras ellos habían logrado cobrar y podían dormir tranquilos, yo la daba mil mil  vueltas, sin poder comprender, la coincidencia, el misterio o la providencia. de aquella donación; intenté localizar a la donante, para agradecer el gran favor recibido; miraba con atención a las señoras viejitas, entre las que frecuentaban el templo, esperando una mirada, una sonrisa, un saludo, por los que reconocer o sospechar, al menos quién era ese ángel, son alas o con ellas.

Llegué a pensar que podía ser alguna anciana, familiar o amiga del Notario, por ser este la única persona, aparte de mi bienhechor de Granada, que conocía mi deuda y delicada situación empresarial y pedagógica, por lo que alguien había querido defender, de forma anónima, el derecho de aquell@s primer@s alumn@s del Colegio “Isabel Rosillo-Santo Ángel”, del que, en este año de 2017, estamos celebrando el CINCUENTNARIO de so inicio y fundación; ignoro la eazón de muchas cosas que, sin yo merecerlo, han sucedido dentro y fuera de este humilde y tan querido por todos Centro de Educación.

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