NUESTRO COLEGIO
“Isabel Rosillo- Santo Ángel”
AQC. 1.113
ASÍ OCURRIÓ, 108
Esa noche, apenas pude conciliar el sueño, y a la
mañana siguiente no asistía al rezo de Laudes, con la Comunidad, como era
habitual, porque no oí sonar el
despertador; desperté cuando uno de los seminaristas me avisó que debía asistir
a un anciano en la Colonia “Buenos Aires”, situada en el centro mismo de la
capital.
“Ahorita mismo, hay que atender a los enfermos y, más,
si se trata de un anaciamo.”.
Ninguno
dio el suficiente crédito a mis “locas” palabras como para acompañarme a
comprobarlo; pero el sitio sigue allí; quizá algún día, el Barrio “Buenos Aíres”
cabie de sitio i desaparezca.
Es un barrio al que ni la policía puede entrar, por el
riesgo de no salir con vida; ningún sacerdote se atrevía a traspasar la puerta
de entrada a ese lugar, donde la mafia y los peores ladrones de la ciudad se
refugiaban, ante cualquier altercado o persecución del orden público.
Cuando el taxi llegó al lugar, me indicó que ya no
pasaba más adentro; bajé y, acompañado de un nieto del enfermo, me introduje en
una red de pasillos, chaolas y trapos por el suelo que, a pesar de no ser la
primera vez que iba, sentí un escalofrío de muerte, aliviado al oír la voz
apagada del viejo:
…
“IDOLO DE MALAGON”. 10
Tercero.2
(continuación)
No inventamos cosa alguna, pero describimos lo
que hemos visto y tocado con nuestras manos:
1.- Al pasar tantas horas de pastoreo con mis
rebaños, un día tuve la endiablada idea de niño inquieto, rebelde y curioso de
preparar una antorcha compuesta de de los reviejos de esparto, tan abundante en esa zona; cosa que
había aprendido de mis mayores, entré en una rendija que había entre las rocas,
avancé bajando primero, subiendo después y recorriendo tranquilo los trozos de
los pasillo llanos que encontraba, se respiraba muy húmedo y cada vez con mayor
dificultad.
Mi
insaciable curiosidad de encontrar algo más quedó truncada cuando advertí que
la antorcha perdía luminosidad y amenazaba con apagarse; emprendí el camino de
retorno y la antorcha se recuperaba en la medida que me acercaba al exterior;
lo conté muchas vece a mi familia y a otras personas,
…
1. Oración, mortificación y caridad: Las tres grandes prácticas cuaresmales
La oración es la condición indispensable para el encuentro con Dios. En la
oración, el cristiano ingresa en el diálogo íntimo con el Señor, deja que la
gracia entre en su corazón y, como la Virgen María, se abre a la acción del
Espíritu Santo dando una respuesta libre y generosa (ver Lc 1,38).
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