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Vi.223II-2018
ALTIPLANO ORIEMTAL DE GRANADA, 02
AQC. 1.120
Nueve viviendas, nueve familias, y 40 personas que tras dichos treinta años
llegaron a 80, habituales 130, propietarios, servicio, pastores, segadores y
nietos, según las estaciones del año.
Entre todos ellos voví, como hijo de uno de aquellos seis simples, honrados
y excelentes trabajadores de la tierra, que tanto me ayudaron, favorecieron y protegieron mi infancia y juventud, hasta obtener una
carrera universitaria, desde la precariedad y una vida rural, tan alejada,
entonces, de la cultura y los medios de formación humana.
El ritmo de vida y de trabajo era vertiginoso y
constante, los 365 días del año, domingos y fiestas incluidos, como vivíamos a
5 kilómetros de la aldea más cercana, las niñ@s no iban a la escuela, sino que
tod@s se dedicaban hacer tareas fáciles, como guardar los corderos, limpiar los
corrales y cuadras, quitar malas hierbas a los sembrados, hacer mandados y
encargos entre las familias y las cuadrillas de segadores.
Algunas temporadas de buen tiempo, solían venir los
entonces llamados “maestrillos”, gracias los cuales tod@s a prendían a leer,
escribir y las cuatro reglas de sumar, restar, multiplicar y dividir, aún con
dificultad, faltas de ortografía y cartas difíciles de leer, antes de ir a
cumplir el servicio militar obligatorio de eaquellos tiempos.
Uno de aquellos ratos, en que acompañaba a los adultos
en ese ir y venir, de punta a punta de la besana, o surco, vi entre la tierra
movida, aquella figura de un muñeco sin
cabeza ni brazos que entregué al labrador que resultó ser de marfil , la que tod@s vais conociendo como el
, así llamado, “IDOLO DE MALAGON”.
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