TRASPARENCIAS, 01
AQC. Nº 1.127
No podemos mirar y valorar las bellezas de este mundo, sin tener en cuenta
el número de ciegos y de escasa visión que viven entre nosotros, entre la luz y
la sombra, sumidos en una noche vitalicia que sólo ve con el tacto de su piel.
Desde niño he tenido una espina clavada en mi conciencia que, hasta hoy me
taladra una zona vital de mi existencia; según estadísticas fiables, hay
entorno a los 50 millones de personas ciegas y semiciegas.
¡“merece la pena vivir sumido en la
ceguera!”? – pensé, muchas veces.
Hace varios años, tuve la suerte de conocer a un joven que, cantaba como u
ángel; es ciego de nacimiento y, al mismo tiempo es alegre, jovial y
dicharatero, hasta el punto ser
envidiado por todo el que le conoce de cerca.
Nunca sabré por qué, el joven ciego me dijo, sin haberle preguntado:
“has de saber que nosotros, los ciegos, tenemos una gran ventaja sobre los videntes; vosotros
veis lo bello y lo feo del mundo material, mientras nosotros sólo vemos lo
vello, aumentado por nuestra inmensa capacidad
imaginativa; me gustaría que pudierais ver el mundo como lo vemos nosotros, los que
tenemos la suerte de ser ciegos..”
Necesité cerrar los ojos, hasta que imaginaba ser yo un ciego más.
(Continuaré reflexionando , si me veo con
fuerza suficiente.)
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