martes, 27 de febrero de 2018


TRASPARENCIAS, 01
AQC. Nº 1.127
No podemos mirar y valorar las bellezas de este mundo, sin tener en cuenta el número de ciegos y de escasa visión que viven entre nosotros, entre la luz y la sombra, sumidos en una noche vitalicia que sólo ve con el tacto de su piel.

Desde niño he tenido una espina clavada en mi conciencia que, hasta hoy me taladra una zona vital de mi existencia; según estadísticas fiables, hay entorno a los 50 millones de personas ciegas y semiciegas.

¡“merece la pena vivir sumido en  la ceguera!”? – pensé, muchas veces.

Hace varios años, tuve la suerte de conocer a un joven que, cantaba como u ángel; es ciego de nacimiento y, al mismo tiempo es alegre, jovial y dicharatero, hasta el punto  ser envidiado por todo el que le conoce de cerca.

Nunca sabré por qué, el joven ciego me dijo, sin haberle preguntado:

“has de saber que nosotros, los ciegos, tenemos una  gran ventaja sobre los videntes; vosotros veis lo bello y lo feo del mundo material, mientras nosotros sólo vemos lo vello, aumentado por nuestra  inmensa capacidad imaginativa; me gustaría que pudierais ver el mundo como lo vemos nosotros, los que tenemos la suerte de ser ciegos..”

Necesité cerrar los ojos, hasta que imaginaba ser yo un ciego más.

(Continuaré reflexionando , si me veo con  fuerza suficiente.)

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