miércoles, 8 de noviembre de 2017


NUESTRO COLEGIO
“Isabel Rosillo- Santo Ángel”
AQC. 1.0035
ASÍ OCURRIÓ, 62

B) Adultos de 15 a 75 años, de ambos sexos: 320+/-

-       Mecanografía e idiomas, de 17 a19 h. 60 y 30 al.
-       Taquigrafía, de 19 a 20 h. 30 al.
-       Secretariado, Contabilidad y E,G.B. Adultos, de 20 a 22 h. 70 al.
-       Judo, Kárate, Danza, Masajes, Sauna, de 17 a 22 h. 130 al.
-       Disponíamos de Gimnasio para todos los alumnos, lo que era exclusivo, en ese momento, en nuestra zona.

EL TESORO, 10:

Maimónides, se entristeció, pero continuó su relato, del que era protagonista y, a la vez, un reo de robo y fraude, doble, por no haber declarado el encuentro de  un tesoro, con el ocultamiento ante los dos países implicados e interesados:

“Jamás se me ocurrió declarar tal hallazgo, por creer, y estar convencido, de la injusticia cometida con mis antepasados, que se vieron obligados a privarse de todo cuanto ellos habían ganado con su trabajo, durante los ocho siglos de estancia en la Península ibérica y quinientos años de penuria, escasez y hambre en las barrios bajos y arrabales del norte de África, entre Marruecos, Tetuán y el desierto del Sahara.

Durante veinticinco años, mi madre, Celinda, aquella linda chica de Olías, me había inculcado la Fe en Jesús, el Hijo de María, que tan buena consideración y estima tienen en el credo de los musulmanes y el Corán, por lo que, algún día yo debería ser bautizado y ser cristiano como ella.

Cuando yo, siguiendo los pasos de mi padre, obtuve el TESORO, vine a conocer a la familia de mi santa madre, cuyos descendientes seguían su labor de agricultores en las tierras heredadas de sus antepasados en Olías; entre ellos vi a una muchacha, que era la exacta imagen de la juventud de mi madre.

Haciendo repetir la historia, quise probar mi suerte; le rogué un baso de agua, que ella me ofreció en una botella de plástico, diciendo:

“Es agua comprada, ¿sabes?, y está muy fresquita, por el frigorífico; el pozo, debido a la sequía de los últimos años, se secó; dicen que esta es mejor, pero como la del pozo no hay ninguna.”

Le pregunté su nombre; ella bajando los ojos, ruborizada y sonriendo, me dijo con una suave humildad:

“Mi nombre es Celinda, como la abuelita,  a la que `pr mi edad no conocí, la que un día desapareció sin dejar rastro”.

Me derrumbé, como un niño; ya no me podría enamorar de ella, si era nieta de mi madre.
RdF.: 20
La realidad material, sustento y soporte de nuestra realidad personal, intelectual y mental, merece la dedicación precisa para descubrir la importancia que tiene en el campo de la investigación científica.

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