martes, 28 de noviembre de 2017



Ma. 28-XI-17
NUESTRO COLEGIO
“Isabel Rosillo- Santo Ángel”
AQC. 1.047
ASÍ OCURRIÓ, 74

-       Volvía para casa derrotado; en la Plaza de Castilla, hice la rotonda y fui a la Dirección General de Educación, C/ Alcalá, 34-36; una manifestación de protesta, vociferaba y ocupada la avenida; me abrí paso hasta la puerta; a mi lado un joven mutilado, el “cojo mantacas” rompía los cristales de una cabina de teléfono, a golpes de muleta, hecho visto por televisión en todo el territorio nacional, retrasmitido muchas veces en los años posteriores.

-       Creí que, en tales circunstancias no era el momento más oportuno, pero, mi angustia, soledad y coraje defensivo ante el fantasma de los frecuentes atropellos injustificados, no me detuvieron ante la Guardia Civil, que cerraba a cal y canto el acceso al interior, por lo que mis palabras fueron tajantes:

“Señores, tengo la necesidad urgente de transmitir un breve mensaje a la Dirección Nacional; ruego que no impidan cumplir mi misión”.

Tras una llamada interior, el Jefe de la patrulla policial, ordenó que me dejaran pasar.

Tica, 11.

Todos la consideraban el alma  de su hermano profeta Tico y acudían a pedirle consejo, contarle sus cuitas y oír aquella vieja canción,  himno de toda la tribu, repitiendo las palabras de esperanza, que ella cantaba como nadie.

Todos los días al salir y ponerse el sol, en todo el Altiplano, se rasgaba el silencio con la voz cristalina de la mística doncella, que resonaba y se repetía su eco por las ramblas, collados y colinas, hasta dulcificar la vida de sus rústicos habitantes, agricultores y pastores:

“Adá Adá, Adá,  ¡So co le mo a ro!”

Era como un bálsamo que calmaba el cansancio y las penas de sus rudimentarios trabajos y sufrimientos familiares.

Pasados varios años, Tica rompió su silencio y se abrió al encuentro y beneficio de todos los que le oían, admiraban y estimaban como líder.

Convocó a sus vecinos y les invitó a pasar, uno a uno, al interior del santuario; este ejercicio se prolongó, hasta que acudió el último de  los habitantes de los poblados del Altiplano; ninguno comentaba lo que había visto y oído en la obscuridad y el silencio, en compañía de Tica, convertida en la sacerdotisa y guía espiritual de todos ellos.

En adelante, todos, hombres y mujeres, se trataban como si fueran auténticos hermanos, y compartían sus bienes  entre si.

A partir de aquel día, el pequeño y rústico santuario, bajo el cuidado y la atención espiritual y religiosa de Tica, no solo sobre  los habitantes del poblado, sino de los de todo el extenso Altiplano; la joven Tica, tan sabia y bella Sacerdotisa, estaba dotada de una natural e imponente autoridad, inteligencia moral y grandes dotes de organización, unidos a su capacidad de convicción irresistible.
Nueva visión.05  >A pesar del tiempo y los ordenes establecidos por los líderes, con frecuencia, los más fuertes y salvajes, no cesaron las guerras fronterizas y familiares.

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