NUESTRO COLEGIO
“Isabel Rosillo- Santo Ángel”
AQC. 1.163
ASÍ OCURRIÓ, 142
A las ocho de la
mañana siguiente, los camilleros me trasladaron al quirófano; a mi lado, mi esposa, mi hija y cinco hijos, me
acompañaron hasta la puerta, donde un equipo de médicos y enfermeras se
hicieron cargo de mi cuerpo, me anestesiaron, durmieron y extirparon las raíces de
mi enfermedad.
Cinco horas de
ausencia vital, de pensamiento mental y experimento de una muerte que, de
momento, se quedó en anunciad; cuando
recobré la conciencia, la vista, el oído, el movimiento y la palabra,tuve la sensación de que, tras un viaje sin memoria, había renacido a una nueva vida.
La enfermera,
ruborizaba y consciente ya, de mi solicitud de confesión del día anterior, se
disculpó, recordando que su inoperancia de la noche anterior se debía a la
falta de costumbre de plantear atención espiritua, y anunciándome que en breves minutos me
atendería el capellán del Hospital.
Cuando el Sacerdote
se marchó, se me acercó la amgelíca enfermera,
haciendo una observación, con la que pretendía no sólo justificar su
ignorancia, si no inspirarme ánimo y sosiego en aquellos momentos de dolor
y la física debilidad general tras la
reciente intervención quirúrgica:
“Supongo que ya
estará más tranquilo, todo ha salido bien y usted está tan feliz; ya me han
explicado la importancia que tiene la confesión para algunas personas, entre ellas usted; le he
prometido a mis padres que yo haré la Primera Comunión cuando esté
sufientemente preparada; a ud. Le debo mi despertar religioso, y le prometo
mantener mi vida espiritual mientras viva.
Es un hecho muy
simple, pero, durante los días que permanecí ingresado, le instruí para que recibiera la comunión conmigo el último
día de mi estancia hospitalaria, rodeados por los médicos y enfermeras de la
planta y de los padres de la joven y madura cristiana.
…
Id.E.33.
Avalado por el titulo de Pedagogía, Filosofía y Ciencias de la Educación, nuestras clases de 6º, 7º y 8º, impartidas en medio de católicos, evangelistas,
testigos de Jeová, moros y ateos, no podían ser monocolor, sino válidas para
todos, como es la realidad de la familia humana.
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