martes, 24 de abril de 2018



NUESTRO COLEGIO
“Isabel Rosillo- Santo Ángel”
AQC. 1.163
ASÍ OCURRIÓ, 142

En septiembre de 2009, soy citado por el Departamento de Neurología, del Hospital La Paz;  se me aplican unos análisis, clínicos y actualizar los niveles de azúcar.

A mediados de octubre, acudo a la consulta y, tras ser informado de que necesito seguir un riguroso  tratamiento o la extirpación inmediata de la próstata.

El Doctor y Directo del Departamento citado, me explica con exactitud del alcance sanitario de mi salud, y que de mi depende la aplicación del remedio a mi enfermedad, invitándome a elegir entre la electroterapia y la extirpación de la glándula afectada; mi confianza en la medicina y la profesionalidad del médico, fue tajante, sincera y definitiva:

“Doctor usted es el experto y conoce mejor que yo la efectividad de una y otra de las intervenciones indicadas; a usted corresponde elegir la que me permitirá seguir viviendo algunos años más; confío en usted.”

“En este caso, merece la pena una intervención quirúrgica, extirpando de raíz la semilla cancerosa – expuso el especialista -,… aparte de las revisiones periódicas, a las que deberá continuar en el futuro.”

Superando incertidumbres ajenas y temores propios, naturales a la entrada en un quirófano, cuyo resultados es siempre imprevisible, ,alas 8 de la tarde de del 27 de diciembre de ese mismo año, ingresé  pleno de esperanza  en el Hospital, para ser operado en la mañana del Día de los Santos Inocentes.

Solicité la atención espiritual de un confesor; la enfermera puso la cara de sorpresa, sin entender el sentido de mis palabras; hice un acto de contrición, rogando al Padre que, por los méritos de la muerte y de la Resurrección del Hijo, me concediera el perdón de todos mis pecados y me colmara de su Santo Espíritu, en el caso de que no despertara.
Id.E.32.
El hecho de ser el profesor de Formación Religiosa, con la autoridad moral que otorga la Licenciatura Eclesiástica y Civil, el Doctorado y el correspondiente documento oficial de la Declaración Eclesiástica de Idoneidad (S.EI.), otorgado  por la Conferencia Episcopal Española.
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