jueves, 18 de enero de 2018



NUESTRO COLEGIO

“Isabel Rosillo- Santo Ángel”
AQC. 1.085
ASÍ OCURRIÓ, 85

-       Emocionarme al contemplar sus huellas, marcadas en el color de las plantas, flores, estrellas, los ojos de nuestros semejantes seres humanos y animales.

-       Buscar con los ojos del alma espiritual, que se empeña en escapar y volar, antes de tiempo, a esa esfera de lo infinito e imperecedero.

-       ¡Morir mientras vives y vivir mientras mueres!

Este pensamiento despertó en mi las pocas fuerzas que, ese momento, sólo palpitaban para recordarme mi debilidad, y reaccioné, reconociendo que había confiado demasiado en mis fuerzas, sabiendo que, todo cuanto de bueno hay en nosotros, se lo debemos a Él.

TICA. 26

No olvidemos a aquel otro niño, en el remoto décimo tercer milenio, antes de Cristo, había pronunciado una mítica frase enigmática cuando tenía ocho años de edad:

“Adá Adá, Adá,  ¡So co le mo a ro!”

Sus padres oyeron lo que dijo; rieron a carcajadas, la infantil ocurrencia del pequeño; pero sólo su hermana interpretó las auténticas dimensiones de lo que contenían aquellas siete palabras:

“Adá, papá, papá, ¡este cerro es un tesoro!”

 El tiempo y la historia darían la razón a nuestro primer Tico, el pequeño visionario; las siete palabras se convirtieron en la canción que toda la tribu cantaba y danzaba hasta el año 3.760, a.C.
RdF.: 33
Tú, mujer u hombre, que te sientes inteligente, que piensas, amas y sufres, cono yo, ¿acaso, dentro de ti, no percibes esos gritos, sin cesar, estés despiertos o dormido?

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