lunes, 18 de septiembre de 2017




NUESTRO COLEGIO
“Isabel Rosillo- Santo Ángel”
AQC. 1.008

ASÍ OCURRIÓ, 35

En ese barrio había una ermita dedicada a Ntra. Sra. la Virgen del Pilar; todos los años celebraban las Fiestas locales con una Misa, Procesión y turrones, caramelos y otras chucherías populares.

Me tocó ir a celebrar la Misa algunos Domingos; y de las personas conocidas, porque de La Zaporra venía un número considerable de niños/niñas al Colegio que les quedaba más cerca, conocí a un matrimonio de emigrantes españoles que, tras haber estado unos años trabajando en Europa, habían vuelto a España y comprado una parcela en este barrio, en que se hicieron la vivienda que habitaban.

El era albañil, y me contaba como le había caído cemento fresco en un ojo, por lo que estaba tuerto.

En cierto momento, se me acercaron llorando me contaron que eran padres de un niño que habían perdido con sólo siete años, a causa de una severa pulmonía.

Su situación, su tristeza y su generosidad, les tornó en bienhechores de sus vecinos del barrio; la señora y su marido me manifestaron sus deseos de colaborar en nuestra labor educativa; al lado de la casita en que habitaban, habían construido una ampliación de vivienda y la terminaron dedicando los espacios de la planta baja y primera las dos aulas, con lavabos y dos higiénicos para que los niños/as de la  “La Zaporra” no tuvieran que bajar dos kilómetros hasta llegar a nuestro Colegio en Alcobendas.

Me llené de alegría y gratitud por el hermoso gesto, aún viendo que ellos, Bernardo y María Luisa, no iban a disfrutar de esa ampliación de la casa soñada. 

Ellos estaban por encima del egoísmo, y aquellos grandes deseos de ver su casa tan poblada de tantos  otros niños/as que reemplazarían a su hijo perdido, pudo más que todo.

Fue necesario contratar dos personas más para  atender estas dos aulas: 

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