Nueve DÍAS
AQC.1.060
ENCUENTRO CON J.P. S, “CONFIADO”. 04
Respecto a
nuestro amigo Jean Paul, debo expresar mi más simple y sincera opinión, con la
esperanza de arrancar algún comentario positivo sobre este tan discutido y
singular hombre.
Continué mi
camino hacia la pensión, rumiando todo lo que, en tan poco tiempo, me había
sucedido:
“Lamento
rechazar las múltiples opiniones que, autores de alto prestigio, literario,
social y religioso, se han manifestado y escrito, acerca de uno de los hombres
más polémicos de nuestro tiempo, despechado, despreciado por todos, religiosa y
socialmente, sin detenerse a considerar su soledad espiritual, su angustia y
asco vital de asceta, y su búsqueda contemplativa y mística de su Fe, en un
Dios que, a fuerza de ocultar su rostro, purifica nuestra alma, con la lejanía
y el Amor oculto, con el que purifica y santifica a los que más quiere; …,”
En cierto
momento, percibí que alguien me seguía, volví la mirada hacia mi espalda y,
allí estaba Jean Paul.
“¿Deseaba
algo, señor?” -le dije, con suma atención.
“No puedo
perder la ocasión; es la primera vez que, en mi vida, un sacerdote católico me trata con tanta
comprensión como usted; ahora soy yo el que le ruega sus servicios
espirituales; deseo confesar mis innumerables pecados y el perdón de los
mismos.”
Terminamos
nuestro paseo entrando en la catedral de Notre Dame y, entre la suave luz de
una de sus capillas, se inclinó y puso de rodillas, agarró fuertemente mi
sotana y rompió a llorar, como un niño, mientras manifestó su arrepentimiento,
al tiempo que daba cuenta de lo que él creía pecados de toda su vida,
finalizando con un simple “eso es todo, padre, ruego que me perdone en nombre
de un dios en el que siempre he creído, a espalda de todos, y al que nunca he
comprendido, pero al que jamás dejé de amar, a pesar de mi ceguera.” Y se echó
otra vez a llorar, yo le envolví en mis brazos: “es usted un hijo preferido más
del Padre, Creador e infinitamente Misericordioso”.
Para
terminar, recordemos a esa Madre de los más pobres y marginados de este mundo,
Santa Teresa de Calcuta, hoy ya declarada así, por la Iglesia, diciendo momentos
antes de morir:
“Dios mío, si
existes, perdona todos mis pecados.”
Nosotros,
entre el regalo de la luz y la obscuridad de la Fe, seguimos buscando a Él, sumidos
en la duda, pero confiados plenamente en el Amor y Motor del Cosmos, en que habitamos, aunque
sólo sea de forma pasajera.
…
Nueva visión.27 > Por primera vez en nuestra historia ibérica
hispánica, se constata la libertad de pensar, expresar y actuar, que
disfrutamos, siempre en la legalidad.
…
Nueva visión.28 > Si esta realidad no es la adecuada, ha llegado la
hora de admitir la fecha de caducidad y la actualización, hecha por todos, de nuestra Constitución
…
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