TIEMPO DE ESPERA
Estábamos hospedados
en un hotel muy cercano al inicio de la playa Oeste y al lado del barrio
antiguo y céntrico, por lo que solíamos asistir a Misa en la Iglesia Parroquial
de San Jaime y Santa Ana, un templo neoclásico y enriquecido en arte
históricamente un famoso hallazgo de una imagen de la Santísima Virgen allá por
el año de 1740, es conocida como Virgen
del Sufragio (también le llaman los oriundos de Benidorm Virgen del Naufragio),
y es la Patrona Canónica de la Villa,
pues aparte de otras razones está ubicada cerca de la cúspide del cerro o
prominencia de caraa a la baía, desde la que uno puede contemplar las dos
playas, el mar, la isla de los monos y gran parte de la bella Ciudad turística.
El anterior párrafo
tiene un “por qué” muy personal, pues el día 28 del mes de agosto de 1976,
oímos la Santa Misa en ese templo, nos dirigimos Isabel y yo, con nuestro niño
en brazos y, a la capilla de la Virgen del Sufragio y le pedimos, ambos
llorando, que nos echara una manita de Madres sobre dos humildes “náufragos”
que sentían ahogarse con el agua al cuello.
En
muchas ocasiones acudimos a nuestra fe y vida religiosa y rogamos de forma
muy diferente y fervorosa cuando un problema grave nos acucia.
Sin
dar más importancia a esta simple anécdota, y sin ánimo de inventar milagros,
la recordamos muy pronto, debido al motivo que os digo a continuación:
Por motivos de
trabajo, teníamos que estar en Alcobendas el día primero de septiembre, para
atender los exámenes de asignaturas pendientes, actas y la documentación
precisa para finalizar la situación escolar de todos nuestros Alumnos/as; este
agobio de trabajo distrajo nuestras angustias y preocupaciones personales hasta primeros de septiembre.
Rl encuentro con
Profesores y Alumn@snos nos recordó que, además de nuestras cuitas personales,
había que pensar en el comienzo de un nuevo curso escolar, en el que había que
dar toda nuestra atención.
Entre tanto, seguíamos
esperando el Rescripto papal y regularizar nuestra situación humana, con el
Sacramento del Matrimonio canónico, en medio de una comunidad educativa, en que
nuestras relaciones sociales eran las propias de una gran familia; nos
jugábamos mucho y temíamos una posible negativa.
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